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Máximo Kinast Avilés

"MONO CULIAO"

Por  Pamela Jiles

http://elpaskin3.lacoctelera.net/post/2009/04/26/mono-culiao

 Pamela Jiles.

Me cuentan que a Arturo Martínez le dicen "mono culiao" incluso en el local de la CUT. Hasta sus amigos y familiares lo llaman así desde el jueves 16 de abril, cuando una periodista-manifestante-candidata presidencial (yo) lo bauticé para la posteridad.

Por el centro de Santiago avanzaba la marcha convocada por lo que queda de la CUT y Martínez hacía su actividad electoral del semestre, cuando la represión de Carabineros se hizo sentir en Portugal con la Alameda.

Los gases lacrimógenos nos enceguecieron y el chorro del guanaco casi nos hace caer al suelo. Pero resistimos de pie y con decisión, por lo que grande fue la vergüenza al ver que Martínez arrancaba a perderse. Todo ratonil, el vitalicio cabecilla de la cúpula sindical parecía una vieja cucarra, pechoña y arrastrada corriendo en dirección inversa de los pacos y en dirección inversa también de la gloriosa historia del movimiento sindical chileno.

¿Qué habrían pensado Recabarren, el padre Hurtado o Clotario Blest con el espectáculo dantesco del presidente designado de la CUT arrancando a perderse y dejando a los manifestantes a merced de la represión?

Le grité a Martínez -que a esas alturas tenía la posibilidad de seguir siendo el mediocre Martínez, el triste Martínez, pero al menos no el Mono Culiao en que se transformó minutos después-  que se quedara a la vanguardia de la marcha como nosotros, que ese es el deber de un dirigente, que debíamos proteger y liderar a nuestra gente. No me respondió nada porque iba corriendo patitas pa' que te quiero.       

Unos quince minutos después cuando habían desaparecido los guanacos y las lacrimógenas, Martínez llegó de vuelta con diez matones a tratar de romper nuestro lienzo, cosa que no consiguió. Los gorilas que lo acompañaban agarraron a dos de nuestros adherentes -estudiantes de menos de veinte años- y comenzaron decirles "pendejos maricones", insultarlos y golpearlos. Yo fui hasta él, le dije que pararan de pegarle a mis cabros, que se calmaran. Entonces Martínez le ordenó a sus matones que me atacaran y eso hicieron los bien mandados.     

No me moví, no permití que me botaran al suelo, seguí enfrentando al valiente Arturito al que le corría la baba de gusto al contemplar una mujer golpeada por diez viejos más guatones que perro envenenado.

Entre patadas, empujones y combos, le grité a Arturo Amador Martínez Molina que es un cobarde, un vendido a la Concertación y ese otro nombre que hoy es su imagen institucional definitiva: ¡mono culiao!.

Mono Culiao que no ha sido capaz ni siquiera de levantar un código del trabajo que proteja a los trabajadores, uno que cumpla tan solo con los parámetros de la OIT (no estamos hablando de la revolución socialista sino sólo de una convención burguesa de justicia elemental para los asalariados).

Mono Culiao que defiende los intereses de las patronales, tiene a los trabajadores chilenos sin derecho a huelga real y sometidos a despidos "por razones de empresa".

Mono Culiao que le lleva el amén a la Concertación por la módica suma de 370 millones de pesos durante el gobierno de Ricardo Lagos. A través de la Subsecretaría de Interior, la CUT recibió $298 millones de pesos del fondo social y  $72 millones del el fondo sindical de la Subsecretaría del Trabajo. En los últimos dos años,  gracias a la ley 19.862, que permite donaciones sin exigir prestaciones de vuelta, el Mono Culiao ha recibido un total de $137 millones desde el ministerio del Trabajo.

Mono Culiao que no ve conflicto de intereses en presidir la CUT y ser vicepresidente del partido de Escalona, aunque el artículo 23 de la "Constitución Lagos-Pinochet" -que Arturito avala pero no ha leído, parece-  señala claramente que son incompatibles los cargos directivos superiores de las organizaciones gremiales con similares puestos en un partido político.

Mono Culiao que por edad y capacidad, debió irse a retiro hace un buen rato, pero es tal su entrega a la clase obrera que taponea sin tapujos el tiraje de la chimenea sindical, cerrando el paso a verdaderos dirigentes populares, como Cristián Cuevas. Si puede, el Mono Culiao se queda hasta los cien años en el cargo. De hecho, tiene el impresentable record de cuatro períodos consecutivos y no suelta la teta, a pesar de una condena judicial por prácticas antisindicales, la acusación de que "infla" sindicatos para los "comicios" y el desprestigio de su nombre entre los sindicalistas y la ciudadanía.

Mono Culiao campeón del apitutamiento y la frescura de nalga, regaloneado por lo más corrupto de su partido, enquistado en el poder de manera vitalicia administrando la multisindical como una verdadera agencia de empleos y tour empresa de viajes al extranjero.

Mono Culiao que destruyó lo que había de  central clasista y combativa y pretende seguir haciéndolo hasta que se le agote el sueldo y el sobresueldo.

Mono Culiao, misógino y maricón (del único verdadero mariconeo: el del alma), enfermo de homofobia, que odia a las mujeres luchadoras, tanto así que las entregó a la doble explotación de los empresarios, la del capitalismo y la del patriarcado.

Mono Culiao, cómplice activo de la llamada "flexibilidad laboral" que deja en nada los derechos de las mujeres trabajadoras.

Mono Culiao que decidió agredir y patear a una mujer en plena calle. Que ordenó que me golpearan ante cientos de testigos y decenas de cámaras de televisión, todas las cuales vieron en su cara esa violencia hacia las mujeres, ese desprecio contra las mujeres -el mismo que alimenta cualquier femicidio-,  la furia del pequeño macho contra la autonomía de una hembra. El descontrol del detentador de una política patriarcal sistemática. La desesperación por no poder dominar a una mujer. La histeria por intentar volverme obediente, domesticada, y someter mis ideas, mis rebeldías y mi fuerza moral.

Para felicidad de Martínez y los demás líderes de opinión que gustan de golpear mujeres en público -y seguramente en privado también- nosotras las mujeres, somos maltratadas de muchas formas cada día en este país injusto. Por ejemplo, con la negativa del gobierno de la Concertación de consagrar el femicidio como delito.

También somos ninguneadas cotidianamente  en los Juzgados de Familia y en las Fiscalías, donde se niegan las órdenes de alejamiento que solicitamos cuando somos víctima de violencia, y se le conceden a los verdugos unos dictámenes de visitas paternas para que puedan seguir torturando a sus esposas e hijas.

Para el placer del Mono Culiao, le cuento que en la mayoría de los femicidios, las víctimas hicieron todo lo que era posible legalmente, y el estado no las protegió, las dejó a merced de sus represores -como el propio Martínez hizo con su gente el día de la marcha- hasta que las mataron.

Puede sentirse satisfecho el Mono Culiao porque las mujeres allegadas son hostigadas por el gobierno del que Martínez es mascota regalona, con detenciones ilegales de ocupas y de deudoras habitacionales.

Las mujeres estudiantes son constantemente humilladas por el gobierno al que rinde cuentas Martínez con la creación de comisiones demagógicas que domestican al movimiento secundario.

Las mujeres mapuches son víctimas de persecución, torturas, detenciones ilegales y prisión política por parte de este gobierno supuestamente democrático al que él le cubre las espaldas.

Las mujeres prostitutas, de las que suelen ser clientes coñetes los Monos Culiados, son las más maltratadas de todas nosotras. Ya nadie se ocupa de las listas de putas agredidas, de mujeres abusadas, de lesbianas asesinadas por ser lesbianas, de adolescentes que debieron abortar ilegalmente con grave daño a su integridad física y sicológica.

El eminente Mono Culiao puede enterarse también de que cuarenta y ocho gobiernos del mundo y cuarenta y tres estados euroatlánticos han advertido que tres millones de mujeres al año mueren como víctimas de  femicidio, y que sus verdugos son hombres como Martínez, que creen lícito responder a patadas a una mujer porque los desafía.

El señor Mono Culiao debe tomar nota de que hay organizaciones humanitarias de todo el mundo, incluida las Naciones Unidas, que denuncian no sólo el asesinato de mujeres a manos de su pareja, sino también otras formas de violencia extrema contra la mujer tanto o más graves que esa, efectuadas por abusadores encubiertos como él, que un día -ciegos de rabia- salen del closet femicida y atacan a una mujer que les saca los choros el canasto, como sucedió en la marcha con la pateadura que ordenó Martínez a esta candidata presidencial.

Es bueno que el Mono Culiao se entere de que detrás de cada femicidio hay cientos, miles de señores de apariencia relativamente adecuada que promueven roles de género asimétricos en sus hogares, en las calles, en su trabajo, en los medios de comunicación y en las marchas de la Cut.

Como desgraciadamente pudimos comprobar en primera fila, los abusadores expresan su violencia machista con los puños, la fuerza bruta, las patadas y los insultos, pero  también con odio político, apartando y agrediendo a las mujeres que les hacen sombra y que expresan liderazgos más potentes de lo que ellos pueden tolerar. Eso los saca de quicio. Las compañeras están para servir el café y prodigar el descanso del guerrero, no para encararlos en sus faltas y pequeñeces. Mejor aún para ellos si pueden patearla a una impunemente, protegidos detrás de unos matones que les hacen la pega sucia, negándose a reconocer que no es bueno agredir estudiantes ni escapar de la vanguardia de una manifestación a la que se ha convocado, en el limbo de estereotipos sexuales discriminatorios.

Después del desagradable incidente con Martínez, nosotros  -los "pendejos maricones", mis adherentes mojados por el guanaco y zamarreados por los matones de Arturito, esta candidata golpeada pero digna- seguimos marchando durante dos horas más recogiendo a nuestro paso el cariño de los manifestantes... mientras un rumor crecía por Bulnes, Nataniel, Curicó y la Alameda: ¡la pamelita le gritó "mono culiao" a un viejo chico, punga, vendido, corrupto y mal hecho que la mandó a apalear!

Y el pueblo responde con su humor a toda prueba, llamándolo Mono Culiao hasta el fin de sus días. Si no hay justicia divina, si no hay justicia burguesa, entonces habrá justicia popular.

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