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Máximo Kinast Avilés

FINAL DE LA COPA DEL MUNDO: HUNTINGTON VERSUS BLATTER

Escribe Luis CASADO – 29/06/2010

 

Francia es grande. La grandeza de Francia, -enunciada con grandeza por De Gaulle-, incluye el ridículo. Hasta para ser ridícula Francia es grande. Los chilenos, con la pretensión de ganar la Copa del Mundo no les llegamos ni al protector de tibia. Con o sin Bielsa.

 

El psicodrama de la eliminación de los “bleus” en Sudáfrica adquiere proporciones gigantescas y se transforma en un asunto de Estado. ¿La elite intelectual francesa no tiene nada de qué ocuparse? ¡Fantástico! Ahora tienen algo más que hacer que mirarse el ombligo: discurrir sobre las pelotas y los pelotas.

 

Un filósofo cortesano, un intelectual a la deriva, Alain Finkielkraut, desciende del elevado cenáculo que alberga a los seres superiores, a los que saben, a los elegidos de los dioses, y en un alarde filo-racista culpa a esos jugadores de origen humilde, salidos de suburbios en plan La Pintana, peor aún, negros, o no totalmente blancos, musulmanes acaso, de ningún modo judíos como él, ni católicos como el francés de origen.

 

Ya sabíamos que el futbol vuelve locas a las multitudes. ¿Pero a la elite? Los políticos multiplican las declaraciones asesinas: es la imagen de Francia la que está en juego. La imagen de Francia “Môssieur”, y con la imagen de Francia no se juega. El presidente de la república va hasta exigir “los Estados Generales del futbol”, copiando a Louis XVI que llamó a los “Estados Generales” de 1789 que terminaron en una revolución y el fin de la monarquía. Piñera, que promete recibir a la selección eliminada “con honra”, frente a Sarkozy es como la “roja” ante Brasil: enano. No “Môssieur”, Francia es grande.

 

Los comentaristas deportivos se nutren de la fosa séptica de la eliminación de los “bleus” y disertan hasta la nausea. El personal, que en un impulso patriótico digno de Valmy reaccionó con cólera ante la penosa expedición de su selección en Sudáfrica, se cabrea y declara que todo eso le importa un cuesco, que ya es demasié, “qu’on s’en fout Môssieur”, on s’en fout”. Pero los buitres que venden papel impreso y “tiempo de cerebro libre” en la TV (la frase es del gerente de TF1, el principal canal privado), no quieren perderla toda: hay que cobrar publicidad y la eliminación de los “bleus” no ayuda. De modo que siguen vendiendo rumores, insultos, declaraciones huevonas, infamias pequeñas, comentarios de subnormalito. Hasta en eso Francia es grande.

 

Francisco Vidal critica a TVN por las transmisiones de la Copa del Mundo, y olvida que era parte del directorio del canal. Un pinganilla. Aquí no, Môssieur. Aquí somos grandes. Criticamos a la FIFA porque prohíbe utilizar los videos en el arbitraje. Si no fuese el caso, ¿Cómo hacer chanchullos? La FIFA nos lo devuelve muy bien. Visto que la Ministro de Deportes, la inenarrable Roselyne Bachelot, exige la dimisión del presidente de la Federación de Futbol de Francia, Joseph Blatter, presidente de la FIFA amenaza: los políticos no deben inmiscuirse en la vida de las federaciones de futbol, terreno privativo de la FIFA.

 

Que quede claro: la soberanía del pueblo de Francia, las competencias de sus representantes elegidos democráticamente, limitan con el poder de la FIFA, ese antro de negociantes y traficantes con regentes elegidos a golpe de coimas y favores no muy legales. Cuando se trata de construir estadios, de financiar los equipos de futbol, de pagar la cuenta, sí. Ahí los Estados cuentan. Pero para nada más.

 

Samuel Huntington escribió esa tristemente célebre fórmula suya: “Los gobiernos no son sino residuos del pasado, cuya única función consiste en facilitar la tarea de las elites globales”. De acuerdo dice Joseph Blatter, pero no en el futbol: ese es nuestro coto de caza, nuestro feudo, nuestro burdel en el que la FIFA oficia de proxeneta exclusivo. Grande Francia. Se enfrenta solita al más grande poder global que se conozca desde el ocaso del imperio.

Obama queda advertido. No solo no puede exigirle nada a la British Petroleum que empuerca la vida de millones de ciudadanos yanquis, sino que ni se le ocurra meterse en cosas del Soccer. En la curiosa modernidad de nuestros días, Don Quijote hubiese dicho: “Con la FIFA hemos topado, Sancho”.

 

Ya quedó claro el cartel de la final de la Copa del Mundo en Sudáfrica: Huntington versus Blatter.

 

 

 

 

 

 

 

 

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