COLOMBIA: 'MI ABRAZO PARA CAMILO UMAÑA'
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Al abrazar a Camilo, abrazo a todos los que tuvimos el privilegio de conocer y ser defendidos por su padre, Eduardo Umaña Mendoza, rodeándonos de la amistad y la solidaridad de toda su familia, porque, como bien lo señala Camilo en su carta a los familiares de los desaparecidos en el Palacio de Justicia -que aquí adjunto-, aquellos a quienes su padre nos tendió su mano de abogado, amigo y compañero solidario, comenzamos a sentirnos parte de ese círculo familiar donde la solidaridad era el jefe del hogar.
Conocí a los Umaña desde niña, pues el abuelo de Camilo fue gran amigo de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán y luego, tuve la fortuna de estar cerca de su papá, ese luchador e intelectual inolvidable que fue Eduardo Umaña Luna, casado con nuestra Chelo, mujer admirable y ejemplar, que siempre me sirvió de cómplice cuando Umaña Luna arremetía contra la humanidad entera, a la que le exigía la misma entrega y capacidad de lucha que le pedía a su familia, a sus amigos, a sus alumnos y a sus defendidos.
Hoy, cuando el general Plazas ha sido condenado a 20 años de prisión, como culpable de los desaparecidos del Palacio de Justicia, gracias a la valerosa juez a quien ayer puso en la picota pública -como era obvio- el Presidente Uribe que, año a año, ha venido defendiendo a todos los delincuentes que han rodeado su gobierno, quienes conocimos a Eduardo Umaña Mendoza pensamos que era justo que él hubiera estado allí para escuchar aquella sentencia, fruto de un trabajo jurídico que él inició con valentía, cuando nadie creía que se haría justicia.
Eduardo Umaña Mendoza inició igualmente la tarea de reabrir el caso del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán y del genocidio al Movimiento Gaitanista, sustentando la petición con nuevas pruebas en mano que justificaban la reapertura del proceso. Para ello visitamos al entonces Fiscal General de la Nación, Alfonso Gómez Méndez, quien nos respondió que era un asunto que ya a nadie interesaba y que era mejor echarle tierra al asunto.
En aquel momento entendí que Gómez Méndez sabía que, en el proceso por el genocidio al Movimiento Gaitanista, quedaría vinculado el nombre de Darío Echandía, a quien él considera su mentor y maestro.
Gómez Méndez sabía de la gravedad que implicaba el hecho de que, inmediatamente después del asesinato de mi padre, el que paradojicamente llaman "Maestro Echandía", se hubiera precipitado a aceptar el nombramiento que le hiciera, como Ministro de Gobierno, uno de los asesinos de Gaitán, el entonces Presidente Mariano Ospina Pérez y que, desde allí, Echandía hubiera servido para encubrir la persecusión de que era víctima el pueblo gaitanista que, forzado por las circunstancias, tuvo que irse al monte, dándole así origen a las guerrillas que hasta hoy siguen combatiendo.
El 9 de abril de 1998, cuando se cumplían 50 años del asesinato de mi padre, aniversario que el gobierno de Ernesto Samper se negó a conmemorar, realizamos una rueda de prensa en el Centro Gaitán -que años más tarde liquidó dolosamente el Presidente Uribe- y allí Eduardo Umaña Mendoza, ante los periodistas, que talvez tengan la grabación, porque la que teníamos en el Instituto fue incinerada por orden de la Ministra de Educación actual, Eduardo declaró que estaba amenazado de muerte para impedir que hiciera públicas las pruebas que él tenía sobre los asesinos de Gaitán y que comprometían a importantes personajes -unos vivos y otros muertos- de la vida nacional.
Me dió una cita para una semana después, diciéndome que, para ese momento, tendría el documento reina que completaba la totalidad de las pruebas que darían pié para la inequívoca reapertura del caso.
Al viernes siguiente me mandó a decir con la mensajera del Centro Gaitán, la señora Carmenza Ayala, que yo no podía faltar el martes a la cita, porque tenía ya en sus manos la documentación completa y sabía que no faltaba mucho para que lo mataran. Y así fue, al día siguiente mataron a Eduardo y la cita no se pudo dar.
Sus padres me dijeron que la documentación sobre el caso Gaitán desapareció de los archivos de Eduardo.
Hasta hoy he buscado, sin éxito, a alguien que retome el caso, pues cuento con parte de esas pruebas y, además, bien se sabe que un delito de lesa humanidad, como es el GENOCIDIO AL MOVIMIENTO GAITANISTA -en desarrollo del cual cayó asesinado mi padre- NUNCA PRESCRIBE.
Si usted sabe de alguien que quiera asumir el caso, hágamelo saber, porque yo sólo he encontrado puertas que se me cierran. Talvez -y usted puede ayudarme en éso- el Juez Garzón pueda y quiera hacerse cargo de este genocidio y magnicidio que le dieron origen a la terrible situación que hoy padece Colombia.
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