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Máximo Kinast Avilés

Homenaje a Mi Padre... ALONSO FERNANDO GAHONA CHAVEZ

 

de Yuri Gahona 

Nuevamente septiembre, septiembre ocho, septiembre treinta y tres años… la misma cantidad de años que tenías cuando te hicieron desaparecer, la misma cantidad de años que he contado que no vuelves… 

Sabes, no es tanto tiempo en términos relativos, más de un tercio de lo que se estima los seres humanos podemos vivir. A veces he medido este tiempo como el curso de una depresión o en las múltiples veces en que la ansiedad se ha tornado crisis de pánico, fobia social y otra multiplicidad de síntomas extraños… cuando niño era jaqueca al atardecer, que coincidía con la hora en que debías volver y no volviste… arritmia cardiaca, manos húmedas, insomnio, amaneceres imposibles, angustia resistente a todo tipo de medicamentos, dolor, pena profunda… 

Después de tantos años pienso que no es la cantidad de años lo más terrible de este tiempo, ni todos los síntomas enumerados. 

Este tiempo es tan infinito porque es la rabia, 
la impotencia, 
la pena, 
el dolor, 
la profunda y descorazonadora verdad que a nadie o a muy pocos le importa tu calvario, 
la irremediable y odiosa espera que las ’cosas cambien’, 
que tu muerte y la de tantos y tantas haya sido en vano, 
el horror del ’estado de las cosas’ donde impunidad, silencio, olvido, son las palabras con que algunos poderosos transan cada gota de tu sangre, 
cada pedazo de tu cuerpo herido, 
cada parrillazo, 
cada golpe, 
cada bofetada, 
cada escupitajo, 
cada maldición, 
cada amenaza, 
cada garabato, 
cada culatazo, 
cada ’submarino’, 
cada ’teléfono’, 
cada colgamiento, 
cada uña arrancada de cuajo, 
cada mechón de pelos arrancados a la fuerza de tu cabeza, 
cada desgarro de cada articulación, 
cada asfixia, 
cada deseo de morir ya... morir, morir y no seguir sintiendo, 
cada dolor agobiante por cada silencio de tu boca, 
cada llanto silencioso, 
cada ¿dónde estarán mis niños?, ¿quién los estará cuidando?, 
cada ¿dónde estará mi mujer?, 
cada vez multiplicados los nombres míos y de mi hermana al silencio donde te perdías… 
cada despertar en que seguías vivo, 
cada compañero nuevo que llegaba a padecer el mismo destino,
cada tiempo y cada coordenada completamente perdida, 
cada llanto contenido, 
cada fortaleza destruida, 
cada número olvidado, 
cada dirección desvanecida 
toda la impotencia, 
la humillación, 
la perversidad con que te mataban a cada instante. 

Eso papá es lo que me atormenta. Porque con la ansiedad de una experiencia así uno podría aprender cómo vivir, pero no se puede vivir cada día cuando el cómo no va acompañado de la acciones que reparan. Porque lo que traumatiza no es lo que ocurrió, sino lo que te sigue ocurriendo cada día en que en tu nombre no hay paz ni hay justicia. Treinta y tres años sin reparación ni para ti, ni para mí, ni para nadie. 

Nadie puede repararte a ti porque eso sería devolverte a la vida exactamente al minuto anterior a cuando fuiste secuestrado y tus asesinos contaron los días exactos para tu muerte, la forma exacta de tus padecimientos, la palabra tormento con que sellaron tu destino… pero yo estoy vivo y cada día de estos treinta y tres años he esperado que este daño se aminore, cada día especialmente desde marzo de 1990. 

Cada día he esperado, no sólo por ti, sino por los miles de nombres de otros ausentes y otros y otras cobardemente asesinados, cada día esperando que todo el mundo sepa la verdad, que todo el mundo sepa del coraje de tu ejemplo, que hubiera para todos justicia, verdad… que los culpables fueran castigados, que nadie olvidara sus nombres para que nunca más nadie tuviera que vivir con esta herida. 

Y los años pasan y los días y los minutos y los segundos y en Chile no hay Verdad, 
y en Chile no hay Justicia, 
y en Chile hay complicidad con los criminales, 
en Chile hay perdón y olvido, 
en Chile se hace la vista gorda, 
en Chile no hay memoria, 
en Chile no interesa esta verdad terrible de desaparecidos, 
de fosas clandestinas, 
de lanzados al mar amarrados en rieles, 
de cuerpos dinamitados, 
de asesinos cobardes, 
de mujeres violadas, 
de torturados y torturadas, 
de desangrados, 
de quemados vivos con soplete, 
de sobrevivientes… 

En Chile no hubo duelo, 
en Chile hubo ascenso para los generales de la muerte, 
en Chile hay pensiones de gracia para sus hijas, 
en Chile hay medallas y condecoraciones por los muertos, 
hay homenajes públicos, 
hay cárceles privadas como hoteles de lujo, 
hay sobreseimientos de las causas por aplicación de la amnistía, 
hay diputados y senadores que auspiciaron la tiranía, 
hay dueños de supermercados y diarios que pagaron por cada comunista, socialista, radical, demócrata cristiano, mirista, marxista, teólogo de la liberación, cristiano progresista, por cada allendista, cada militar del pueblo asesinado o desaparecido por la dictadura… 

Hoy día los criminales son parte cotidiana de nuestras vidas, ellos no pagan, ellos no se hacen responsables, ellos se apean a la democracia, esta democracia que ellos jamás promovieron, esta democracia que aborrecen, la misma a la que le ponen cada día una denuncia, una acusación constitucional… esta democracia que ellos llaman seguridad ciudadana, ley general de educación, leyes reservadas… esta misma democracia que paga con desprecio la vida que diste por los que hoy gobiernan. 

Y por eso es que esta amargura y esta pena no pasan, es porque quieren borrar tu nombre y tu memoria, porque no quieren que se siga levantando una hoja con tu cara y tu nombre impreso en ella, no quieren más huelgas de hambre ni protestas en el congreso o en los tribunales, no quieren ratificar la corte penal internacional, no quieren decirle a todo Chile el nombre de cada asesino, de cada cómplice, de cada encubridor… no quieren que el consejo de defensa del estado deje de apelar por que se aplique la amnistía, no quieren que sigamos llevando causas a la corte interamericana de derechos humanos, no quieren más encadenamientos… y nos llaman a dar vuelta la página, a olvidar la generosidad de tu vida, a olvidar lo que somos… 

Pero yo me resisto a esa condena, me resisto a este silencio obligado, me resisto al rótulo de víctima, me resisto a perdonar por decreto. 

Yo quiero verdad, 
quiero justicia, 
quiero castigo a los culpables… 
yo quiero que se diga genocidio, 
yo quiero que se diga exterminio, 
yo quiero que se conozca cada cárcel secreta, 
cada rincón de tortura, 
cada estadio y edificio usado como refugio para el sadismo de la tiranía, 
yo quiero cada calle con los nombres de los ausentes, 
quiero un informe Rettig con lo nombres de los traidores, 
quiero un informe Valech con la identificació n del organigrama de la muerte… 

Para mí hay treinta años de olvido e injusticia, y entonces para mi después de treinta años sin reparación, no hay perdón ni olvido por tu nombre, 
por tu cara, 
por tus manos, 
por tu abrazo, 
por tus juegos, 
por tu valentía, 
por tu optimismo, 
por tu sonrisa, 
por tus ojos achinados, 
por tu espíritu altivo, 
por tu entereza 
por tu amor profundo, 
por tu allendismo, 
por tu vida… tu hermosa vida heredada… 

Te desaparecieron pero no desapareciste y no desaparecerás mientras alguien recuerde tu nombre y te llame al presente para construir el futuro.


Yuri Gahona

Hijo de Alonso Fernando Gahona Chávez,

33 años. Militante del Partido Comunista 

detenido el día 8 de septiembre de 1975, alrededor de las 19:00 horas, en la vía pública, mientras transitaba a la altura del Paradero 26 de la Gran Avenida, en dirección a su casa.  

 

1 comentario

yamila -

muy lindo tu homenaje.soy de argentina y mis viejos son chilenos exhiliados! Tengo un tío desaparecido,gracias a esta mierda que hace lo que quiere sin saber quienes somos, que hacemos. Un abrazo camarada!!! Viva Allende!!!