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Máximo Kinast Avilés

LIMINARIZANDO* EL TEMA ‘PERSONAS Y PERSONAJES’

Por Máximo Kinast

Cuando era muy pequeño, recuerdo que mi padre compró un libro de Historia escrito por un amigo suyo. Luego de leerlo se rió y dijo: “Este ueón debió haberle puesto como título ‘Yo y la Historia de Chile’, porque lo único que hace es escribir anécdotas personales”.

Me impresionó mucho este comentario y me prometí que nunca escribiría un libro de anécdotas personales, y en el caso de que llegara alguna vez a hacerlo, no intentaría colarlo como un libro de historia. Hasta ahora, todavía no lo he escrito. Ganas no me faltan. Parece que los viejos necesitan contar sus ‘batallitas’ y les gusta hablar (a algunos, incluso, escribir) de sus historias o de lo que piensan, y yo no soy una excepción.

Afortunadamente, amable lectora y amable lector, me he encontrado con ustedes que tienen la paciencia de leer mis paridas y los temas que divulgo, aunque muchos son ácidos, tristes y hasta pesimistas. Con los años he ido comprendiendo a Sinuhé y compartiendo su pesimismo sobre la especie humana, aunque en el fondo soy un optimista. Todavía creo que pequeños grupos –con una cosmovisión andina- podrán sobrevivir a lo que viene.

Estoy tratando de explicar que gracias a ustedes soy feliz. Hay alguien al otro lado de esta pantalla que me lee y eso es bueno. Además, todavía me pagan por impartir clases y los estudiantes que asisten no se aburren. Suelen reír y hacer comentarios y yo me divierto porque debo de ser uno de los pocos viejos de este planeta al que le pagan por hablar.

Estoy tratando de darme valor para seguir con estas explicaciones y este derroche de vanidad absurda y decirles que quiero escribir de personas (seres humanos normales y corrientes) y de personajes (también seres humanos normales que por alguna razón se han distinguido de los demás) y a los cuales he conocido o visto de cerca.

Pero lo que quiero dejar bien claro es que no se trata de una lista de biografías, ni de apologías, sino de mis sentimientos y experiencias en relación a esos seres que de una u de otra forma me han impactado o enseñado.

Quiero decir que no voy a escribir sobre ellos, sino sobre mi vida, porque es imposible no hacerlo. Creo que cada historiador –incluso los más serios y objetivos- están determinados, limitados, empapados de su propia cosmovisión, de sus experiencias, de sus creencias y de su trascendencia. El historiador se autocensura o autolimita. Escribir una cosa y ‘olvidar’ otra, (algo que nadie puede reprochar), es una forma de limitar, dibujar, describir los hechos de forma diferente a como ocurrieron. Escribir siempre es un acto subjetivo.

Por eso, porque no soy un historiador, sino un escribidor panfletario, sólo compartiré con ustedes algunos recuerdos, tomando como excusa el nombre de una persona o de un personaje que haya tenido algún significado en mi vida.

* Si Darío pudo escribir unas ’Palabras Liminares’ ¿por qué yo no puedo liminizar lo que me pete? Me dirás que Rubén era el Cellini de las palabras y que yo no puedo pretender... No amigo, no pretendo nada, excepto ejercer mi derecho a usar las palabras que me salgan de ahí mismo, un derecho que tu también tienes.

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