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Máximo Kinast Avilés

CARABINEROS AGREDEN A ANCIANO DEFENSOR DE LOS DD HH Y LA TV DE RICARDO CLARO TERGIVERSA LOS HECHOS


Fui agredido en Santiago por carabineros con ocasion del Te Deum

Valparaíso, 18 de septiembre

Fuente: www.elclarin.cl

Difundido por Poítica Cono Sur

 

Queridos amigos,

Desde hace unos cinco años (más bien seis), mi mujer Patricia y yo dividimos nuestro tiempo entre la sierra de Guadarrama, en Madrid, y nuestra casa en la población Progreso de Valparaíso. En ambos países dedicamos gran parte de nuestro tiempo a investigar la muerte por la Armada de Chile en 1973 de mi cuñado, el sacerdote anglo-chileno Miguel Woodward. También tratamos de defendernos de las malas pasadas que nos proporciona la justicia chilena: incluyen un intento de sobreseimiento de la querella presentada por Patricia (ganamos la apelación) y los intentos de obstrucción a la justicia por un actuario (le denunciamos y está bajo investigación) y por un almirante ( la Ministro en Visita Gabriela Corti, más tarde inhabilitada, le recibió en la Corte , consintiendo que fuese anulada una reconstitución de escena prevista en el buque-escuela Esmeralda).

Ayer, tras una ausencia de seis meses, regresamos a Chile. Hoy, 18 de septiembre. fui a Santiago para manifestarme en las escalinatas de la Catedral antes del Te Deum . Es el gran día de la jerarquía como institución - organizan este evento con muchos invitados y mucha panoplia - y me pareció apropiado llevar un cartel alusivo a los 7 sacerdotes que dieron su vida por los pobres, habiendo sido asesinados y, en la mayoría de los casos, calumniados por el régimen militar. Son: Joan Alsina, Omar Venturelli, Antonio Llidó, Étienne Pesle, Gerardo Poblete, André Jarlan y Miguel Woodward. Pedía a los obispos que refutasen las calumnias - que hasta ahora nunca han sido refutadas ni desde el púlpito ni por cualquier otro medio.

Además, llevaba una petición sobre ese tema dirigido al Presidente de la Conferencia Episcopal , Mons. Alejandro Goic, firmado por 75 personas. Esperaba entregárselo si se personase en las escalinatas, junto con una copia de una carta de diciembre de 2006 sobre el mismo tema que mi mujer, Patricia Woodward, le había dirigido - a la cual (igual que a una carta anterior) no había recibido contestación alguna.

Me encontré con que las fuerzas de seguridad habían acordonado toda la Plaza de Armas y dos cuadras alrededor. Por lo tanto, tuve que dirigirme a la calle Banderas esquina con Moneda por donde pasaban los autos oficiales camino a la Catedral. Me puse por detrás de una barrera frente a unos carabineros.

Aproximadamente a las 10.35, desplegué mi cartel y fui inmediatamente rodeado por varios carabineros, uno de los cuales sin explicaciones lo destrozó. Cuando le increpé, haciendo referencia a la libertad de expresión y preguntándole por la ordenanza que le permitía actuar de esa forma se limitó a decir “hoy no”.

Esperé unos diez minutos más hasta que se veía a la Presidenta en su vehículo oficial y entonces saqué de mi carpeta una simples hoja de papel, un folio que detallaba los nombres de los 7 sacerdotes para que la Presidenta , sin, evidentemente, poder leerlo, pudiera al menos ver que había algo que quería comunicarle.

Inmediatamente, sin más. fui agredido por varios carabineros y, con especial contundencia, por un joven de civil que se encontraba a mi lado. Sin medir palabra y sin tratar de leer lo escrito en el folio, entre ellos me tiraron al suelo y el joven se echó con todo su peso sobre mi, inmovilizándome durante unos tres minutos.

Durante ese tiempo uno de los carabineros agarró mi carpeta y salió corriendo, igual que los demás carabineros cuando vieron que se acercaban unos fotógrafos de los medios. El joven, mientras tanto, me dijo que era policía y que yo estaba detenido.

Al levantarme, desapareció el policía y me dirigí en primer lugar a los carabineros que habían vuelto a aparecer, requiriendo mi carpeta. Se apartaron sin contestar y cuando les seguí me encontré con que al lado suyo estaba el policía quien me había agredido y otro de los carabineros que tenía mi carpeta. Me dirigí a uno de ellos que tenía el nombre Moya en su uniforme y que se identificó como responsable de los funcionarios allí presentes. Me identifiqué, presentándole mi pasaporte británico con el cual entré en Chile ayer. Él transmitió los datos a un superior suyo por celular. Le pregunté al oficial Moya si el joven era en realidad policía y me contestó que sí y que estaba bajo sus órdenes. Le pedí que me diera el nombre de ese policía y se negó a ello. Al preguntárselo dijo que no estaba detenido.

Puesto que mi brazo sangraba por causa de la agresión, le pedí al oficial Moya donde podría encontrar un hospital donde curarme. Me dijo que en la Avenida Portugal – que, averigué mas tarde, estaba a bastante distancia. Luego le pregunté donde había una Comisaría para denunciarle y me contestó que no iba a decírmelo.

Dadas esas circunstancias decidí regresar a Valparaíso. Presentándome en Urgencias del Hospital Van Buren me dieron un parte que hace referencia a lesiones en un brazo, que me curaron, y hematomas en varias partes del cuerpo. Luego denuncié los hechos en la Policía de Investigaciones de Valparaíso. Entiendo que el informe policial allí redactado será enviado al Fiscal de guardia mañana y que, previsiblemente, éste se declarará incompetente, reenviándolo a la Fiscalía apropiada en Santiago.

Se da la circunstancia que el 2 de abril del año en curso, dos días antes de regresar a España, fui agredido en el molo de Valparaíso con ocasión de la despedida de la Esmeralda por dos desconocidos en presencia de un Carabinero, el Sgto. Juan Lucke, que no intervino. Denuncié los hechos en la misma Oficina de Investigaciones de Valparaíso, informe ese que también pasó a la Fiscalía. Pedí que, como primer paso, identificasen a mis agresores, puesto que todo el incidente había sido filmado por un cámara de TVN, el Sr.Danilo Ahumada. Hasta el día de hoy no tengo noticias de las investigaciones que pudieran haberse llevado a cabo a este respecto.

Casualmente la agresión de hoy también fue filmado por la televisión – la cadena Megavision. Hasta ahora ha sido el único medio que se ha referido a este incidente y lo hizo en términos que me hicieron enviar el siguiente email al Presidente de la cadena, D. Ricardo Claro:


Estimado D. Ricardo:

Al conocer la alta distinción que le fue concedido recientemente, invitándole a presentar el libro Jesús de Nazareth de su Santidad el Papa, me permito pedirle que intervenga en un asunto que atañe a la Iglesia y a una de las empresas que Ud. preside.

Entiendo que en el noticiero de Megavisión de ayer tarde, en una referencia al Te Deum celebrado ese mismo día, salió una imagen de mi persona inmovilizado en el suelo mientras se oía el comentario "anciano reducido por un policia tras un altercado por un problema habitacional". Lo de "anciano" era correcto (tengo 72 años). Lo demás no.

Había sido tirado al suelo por el policia tras haber tratado de enseñar, desde atras de una barrera, un pequeño cartel a la Sra. Presidente de la República que pasaba en su vehículo camino a la Catedral. El mensaje del cartel iba dirigido primordialmente a la jerarquia eclesial, y en particular a Mons Alejandro Goic (a quien envio una copia de este mensaje). Les pedía que refutasen las calumnias que habían sido dirigidas durante la dictadura a la memoria de siete sacerdotes asesinados por los militares.

Por lo tanto, la agresión, grave y irrespetuoso en si, fue tergiversada por el noticiero de Megavision. Espero que tomará las medidas necesarias para que se rectifique la información.

Atentamente, Fred Bennetts

A pesar de todo, nos alegramos estar de nuevo en Chile donde nuestros buenos amigos incluyen a muchos miembros de la iglesia de base que, al contrario de sus obispos, están preocupados por la verdad. En cuanto a las “fuerzas de seguridad”, actuaciones brutales como las que he descrito están tan evidentemente fuera de la ley que un Estado de Derecho de verdad no puede tolerarlas más.

Fred Bennetts
 
NOTA DE MAXIMO MKINAST: El multimillonario Ricardo Claro fue funado por prestar sus barcos como centros de tortura. Es un inverecundo defensor y colaborador de la Dictadura, y aunque el Papa le preste sus libros, seguirá siendo un impresentable amigo y encubridor de asesinos y torturadores.  

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