¿POR QUÉ EL MUERTO SIGUE EN PIÉ?
Máximo Kinast - 21/12/2005
Hace casi dos años escribí que Estados Unidos está en quiebra y recordé ese verso de Gustavo Adolfo Becker: ‘‘Porque el muerto está en pié’’. ¿Cómo es posible que Estados Unidos siga entero y no caiga el dólar? Creo que he llegado a comprenderlo y es tan insólita la conclusión a que he llegado, que necesita de algunas explicaciones previas para preparar a mis amables lectoras y lectores.
El dinero tiene valor cuando es posible cambiarlo por algo. Cuando existen más billetes que cosas, las cosas suben de valor, o sea, se produce una inflación, o lo que es lo mismo, el dinero pierde su valor.
Resulta que hay dólares, impresos en billetes verdes, suficientes para comprar entre cien y mil veces el mundo entero, lo que significa que cada dólar vale entre la centésima y la milésima parte de lo que dice valer. Si esto es así, y cualquier economista de tercer orden ya sabe que es así, el dólar debería de caer entre cien y mil veces de su valor nominal.
¿Por qué no cae, como caería cualquier otra moneda que hubiese en exceso? Muy simple, porque la economía mundial, las cuentas, los pagos de las importaciones y exportaciones se calculan en dólares y si cayera se derrumbaría todo el sistema neocapitalista y habría una crisis mundial de cuatro pares de cojones, para decirlo con claridad.
¿Y cómo es posible que no caiga? Porque hay demanda de dólares. Los Bancos Centrales y de Reserva son los bancos que regulan la economía de cada país y para evitar que el dólar caiga y con ello los exportadores de cada país pierdan dinero, sencillamente compra dólares y los guarda en sus bóvedas.
¿Tienen la esperanza los Bancos Centrales de que suba el dólar y recuperar su inversión? Claro que no. Son economistas expertos y saben muy bien lo que hacen. No hay error posible. Simplemente defienden el sistema neocapitalista y los intereses de los Estados Unidos comprando dólares que no valen ni el papel en que están impresos.
¿Por qué lo hacen? Porque ellos viven de la economía de los USA y no les interesan sus pueblos. Perú, por ejemplo, tiene el 25% de su PIB invertido en divisas y dos tercios, más o menos son dólares. Unos 17 mil millones de dólares por su valor nominal, pero que a la hora de venderlos no les darían ni un centavo. Eso en un país donde el 50% de los habitantes están bajo el umbral de pobreza.
Bueno, Máximo, me dirá el avispado lector o lectora, pero los estados Unidos son potentes y grandes y tendrán como responder. Pues, no. La respuesta es no. No tienen como responder si China quisiera vender sus 600 mil millones de dólares. No tiene dinero para sufragar el costo de la guerra en Irak que sube miles de dólares cada segundo. Y ya cuesta más de 228 mil millones de dólares y miles de vidas de jóvenes americanos, para que las empresas asociadas al clan Bush hagan negocio y se roben el petróleo. Si quieres saber la cifra exacta haz clic aquí nationalpriorities.org/index.php?option=com_wrapper&Itemid=182
Katrina fue un puntillazo tipo escalpelo, pero no terminó con los USA. La huelga del metro de Nueva York costará otros miles de millones de dólares. Y Estados Unidos seguirá en pié. Como si nada. Como si no fuera con ellos el problema. Como si no estuvieran en quiebra desde hace varios años.
¿Por qué? ¿Por qué sigue el muerto en pié? Ahora recién lo he comprendido. Es muy simple, porque Estados Unidos imprime dólares que no valen nada, como cualquier falsificador, como un gangster y los vende a los Bancos Centrales, que los compran porque sí, porque están vendidos, por temor, porque siempre hemos comprado dólares, porque quizas el pueblo norteamericano decida pagar sus deudas y cada familia pague el equivalente a un año de sus ingresos…
Y podemos dormir tranquilos. El mundo no va a cambiar. Los Estados Unidos seguirán fabricando dólares impresos en papel verde, impresos en Bonos del Tesoro, o simplemente impresos en un chip electrónico sostenido por las expectativas futuras de beneficios virtuales en mercados virtuales del futuro. Y con eso pagarán por el petróleo que no roban de Irak, por el cobre de Chile, por el gas de Bolivia, por el agua de todos, por todo lo que compran. Por algo son el mercado más grande del mundo. Y pagan. Claro que pagan. Con dólares americanos, recién impresos en la maquinita del Tío Sam.
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