NO ME SUMARÉ: POEMA MILITANTE
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo,
de quienes lloran
sus prebendas
y sus puestos,
no me sumaré.
No me sumo al miedo
de perder el trabajo
rutinario y burocrático,
donde las únicas palomas
que vuelan son papeles,
timbrados por
el Jefe de Servicio
y bendecidos
por el perfume
del Ministro,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo
de aquellos
que perderán
bellos contratos
y fáciles servicios,
y que ya no podrán
viajar almidonados
a las playas del caribe
con la familia feliz
o con amantes y sin hijos,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo
de actorcillos
pintores y poetas,
de artistas visuales
gestores culturales
y escultores,
de músicos
titiriteros
y bufones,
que le hacen fiesta
al rey desnudo
recogiendo las migajas
del banquete,
reverenciando
sonrisas burlonas
y billetes,
reflejándose
en el espejo
de los ciegos,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo,
ni menos al delirio
de los viejos,
de ver al dictador
resucitado,
de mandíbula trabada
y lentes negros,
y a los
Hawker Hunter
trazando el cielo
de Santiago,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo,
ni menos
al chantaje emocional
y lloriqueos,
de los sepultureros
de mis sueños,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
de última hora,
de quienes
me han desesperado
veinte años,
los desconsiderados
de la vida y de mi pueblo,
que en su corruptela barata
y sectarismo,
que en su tráfico de influencias
y sus acuerdos
con el momiaje sempiterno,
jamás nos han dado
algún consuelo,
no me sumaré
no me sumaré
que no me sumaré.
a la desesperación
ni al desconsuelo,
de quienes lloran
sus prebendas
y sus puestos,
no me sumaré.
No me sumo al miedo
de perder el trabajo
rutinario y burocrático,
donde las únicas palomas
que vuelan son papeles,
timbrados por
el Jefe de Servicio
y bendecidos
por el perfume
del Ministro,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo
de aquellos
que perderán
bellos contratos
y fáciles servicios,
y que ya no podrán
viajar almidonados
a las playas del caribe
con la familia feliz
o con amantes y sin hijos,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo
de actorcillos
pintores y poetas,
de artistas visuales
gestores culturales
y escultores,
de músicos
titiriteros
y bufones,
que le hacen fiesta
al rey desnudo
recogiendo las migajas
del banquete,
reverenciando
sonrisas burlonas
y billetes,
reflejándose
en el espejo
de los ciegos,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo,
ni menos al delirio
de los viejos,
de ver al dictador
resucitado,
de mandíbula trabada
y lentes negros,
y a los
Hawker Hunter
trazando el cielo
de Santiago,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
ni al desconsuelo,
ni menos
al chantaje emocional
y lloriqueos,
de los sepultureros
de mis sueños,
no me sumaré.
No me sumo
a la desesperación
de última hora,
de quienes
me han desesperado
veinte años,
los desconsiderados
de la vida y de mi pueblo,
que en su corruptela barata
y sectarismo,
que en su tráfico de influencias
y sus acuerdos
con el momiaje sempiterno,
jamás nos han dado
algún consuelo,
no me sumaré
no me sumaré
que no me sumaré.
Enviado por:
Patricia Parga-Vega
Journaliste/Periodista
Investig'Action
Belgique
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