Blogia
Máximo Kinast Avilés

EL ÚLTIMO VUELO DEL CONDOR CHILENO

Poema épico, antídoto contra el patrioterismo

Aburrido de permanecer por tanto tiempo frente a ese huemul pusilánime
que nada dice y nada aporta,
el cóndor chileno remontó en vuelo ante la mirada de censura de los autodenominados infantes de la patria,
ésos que hasta hacía poco lo colmaban de elogios
y ahora contemplaban atónitos cómo el símbolo de su escudo
sorteaba las ramas de los árboles del Parque O’Higgins
y tomaba rumbo a la alta montaña.

Más de alguno atinó a dispararle,
pero era tanta la voluntad de partir de ese pájaro libertario que,
a pesar de la edad y de los años,
logró esquivar con éxito las bajezas y los balazos.


Es que estaba viejo el cóndor chileno,
y sería ése su último viaje, algo que él sabía,
no le fue fácil por eso llegar hasta el roquerío que lo había visto nacer,
y que lo vería morir,
pero habría valido la pena,
volvía a ese hogar suyo tras repasar desde las alturas el valle de Santiago.

Se equivocaba sin embargo,
no iba a ser ése su último vuelo,
desde su sitio de muerte pudo ver cómo una cóndora arribaba majestuosa
volando hasta donde él se encontraba.


Era una ejemplar joven y magnífico,
y los tiempos habían cambiado tanto.

Posada en la punta de la palestra,
aleteando para conservar el equilibrio,
osada como era, se le ofreció como hembra,
algo que jamás hubieran hecho aquellas de su tiempo,
ésas que volaban con él antes de que el escudo lo convirtiera en prisionero.


Así pues, con esa hembra magnífica,
de cara al horizonte,
realizó un postrero esfuerzo y saltó sobre su grupa buscando el éxtasis
como la última flor del limonero.


Y lo encontró,
fue un homenaje a la vida,
explosión del deseo,
un trueno que hizo trizas el silencio e incluso los recuerdos.


Yo sé que algunos pueden pensar que fue también un revés para la patria,
“traición” como le llaman,
pero a ésos y a todos,
les cuento que tras el éxtasis,
el cóndor chileno se fue a pique y planeó en su verdadera y genuina última vez y,
tras ese vuelo final suyo,
se estrelló contra el fondo en lo más profundo del barranco.


En todo caso me cuenta un pájaro pardo,
testigo de lo acontecido,
que jamás había visto una cara de cóndor muerto más contenta
que ésa que tenía aquella vez nuestra ave insigne,
el cóndor chileno, ya nunca más encadenado.


Martín Faunes Amigo

 

Condor.jpg

0 comentarios