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Máximo Kinast Avilés

11 DE SEPTIEMBRE: HOMENAJE A SALVADOR ALLENDE

Me llega un email desconocido de un tal Abp Leonardo con un homenaje a Salvador Allende, supuestamente escrito por un Obispo Leonardo Marin-Saavedra. Antes de publicarlo visito la web original citada:

http://nuevascartaspastorales.blogspot.com/2009/08/homenaje-salvador-allende-gossens.html

 

Aparece el mismo texto, pero sin firma del citado Obispo. "¿Puede ser un Obispo? Puede y no puede". Aparece una foto, sin pie ni nombre.¿Será el Obispo? ... ¿Será Obispo?

¿Por qué me preocupa todo esto? Porque aparte de su estilo decimonónico con tufillos rubenianos, el contenido es muy interesante. Deja bien claro quienes son los cabrones y hace honor al Compañero Presidente. Imagino que de ser auténtico les hará doler las muelas y algo más a los momios de siempre, en especial a los inverecundos opusdeistas.

Hecha esta salvedad y citando la fuente lo copio y pego en este blog.

Muy atea y cordialmente

Máximo Kinast

PS. Si no lo escribió un Obispo, debería haber alguno capaz de firmarlo...

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Homenaje a Salvador Allende Gossens

Por Obispo Leonardo Marin-Saavedra

Un día de 1908, laureles, lirios y azucenas, rodearon la hermosa cuna del infante Salvador Allende Gossens. Un suave perfume a flores silvestres, penetró desde la ciudad de Valparaiso en Chile, a toda la America criolla, propiedad de los indígenas de siempre, recordando que esa nación es de los perseguidos y atropellados “Mapuches”. Su luz venía alta de la cúspide roja en la escarlata galáctica.

Angeles y serafines rodearon el hogar del recien nacido. Maestros del infinito, arribaron a la tierra para homenajear al niño, que con su seria sonrisa, hizo disfrutar y extremecer a una familia, con sus primeros cambios y un bello sol a cuestas. Rosas rojas invadieron su habitación y pétalos dorados amarillentos por el oro de su encanto con su fragancia, cobijaron las sábanas que cubrian el cuerpecito del clavel.

Su madre dijo ver mariposas aterciopeladas en el espacio del país, que guardó silencio del asombro. Vibraciones de rocio, trasladaron su humedad desde el Polo Sur, para refrescar y animar la piel amurallada, de quien traía un manantial de cristales sonrozados. Desde ese momento su señorío, lanzó amorios a quienes estaban pisoteados por los injustos que se apoderaron sin escritura del planeta de las contradicciones. Llegó al mundo cargado de ilusiones sanadoras con un taller de instrumentos quirúrgicos y de un material por encima del cobre de la disputa de su suelo.

Se inclinó por la medicina para calmar la sed de justicia de su amado pueblo. Muy temprano comprendió que los malvados tenían en la miseria y en la pobreza a su gente y a todos en la ruina de las ambiciones. El planeta azufrado había vomitado desde una oscura galaxia, a un demonio que durmió 9 meses en vientre prostituto y nauseabundo de las alcantarillas. La maldita sabandija logró en lo oculto de la noche, esconderse con ropajes disfrazado de lo excelso. Dentro de las cenizas putrefactas, un volcan de muerte, lanzó al aire de los contaminados y desocupados vampiros, a un tal Augusto Pinochet Ugarte. El y sus secuaces uniformados, fueron preparados bajo la sombra barbaril y cruel de quienes no hacen parte del verdadero norte.

El 11 de Septiembre de 1973, los dioses del olimpo se alinearon para recibir el cuerpo inerte del líder asesinado, que había caido por las balas tóxicas de los cobardes y por quienes para aparentar masculinidad en Santiago, llevaban dentro de su doble vida y debilidad: Una bota militar, que los hizo lanzar en el pasado reciente, bombas sobre ciudades indefensas y que hoy esos mismos lloran en soledad enfermiza con sus monstruos protagonistas.

Arcángeles y querubines en coro, cantaron al universo y abrieron la puerta eterna de la justicia, al ver llegar a quien en la tierra había iniciado la dosis de amor e igualdad entre los oprimidos de una parte del sur de la esfera con matorrales. El cielo abrió su compuerta para recibir el alma del masacrado y junto a él a otros y otras, que llegaban con guitarras, delantales, azadones, libros, palas, tizas, estrados, tarimas, lápices, borradores, cuadernos, tableros, escritorios, ladrillos, plantas, laboratorios, verduras, hortalizas, tomates, duraznos, manzanas y pizarras.

La tierra se oscureció hasta el horizonte, mientras los tanques y los rifles demolían demencialmente las paredes de los cuerpos y edificios. Los cascos de los salvajes arremetíeron contra la vida y destruyeron la misma especie. Los cadaveres de los escogidos estaban esparcidos por las calles y oficinas, como naipes y barajas de brujas. El desespero fue total con su penumbra. Ningún gobernante de las Americas, gritó a favor de los indefensos. Las campanas de los complices sonaban al unísono invitando al cementerio. Siluetas de hombres corrompidos con sotanas iguales a engendros malignos, bendecían a los sicarios, psicópatas y mal nacidos, que heredaron con ellos la plaga del destierro.

Con cruces y rezos de la caverna infernal, echaban agua en forma de rito sobre el material de los uniformes y vehículos de los desnaturalizados protagonistas del genocidio. Arriba en las Alturas y sobre una mesa de oro puro y base de nacar fosforescente, se leyó un decreto de santidad eterna en la persona de Salvador Allende Gossens y de cada uno de sus seguidores asesinados en esos días que duró largos años.

Uno de los arcanos maestro de la ceremonia, maldijo para siempre a la guarida de Augusto Pinochet Ugarte, a sus descendientes bastardos y a cada una de sus generaciones y la de sus compinches incluyendo a los actuales varones y mujeres que usan el verde olivo en sus falsos trajes con sus ruines escudos que ponen como señal de quienes ya están muertos en vida y que juntos llegarán al mismo lugar que hoy ocupa en la oscuridad un tal Pinochet.

 

Queda autorizada su reproducción total o parcial sin necesidad de autorización expresa del Editor. http://nuevascartaspastorales.blogspot.com http://noticias.blog.excite.it


2 comentarios

Archbishop Leonardo Marin-Saavedra -

Lei en su blog el escrito que redacte a Salvador Allende, quedo asombrado porque usted duda de mi autoria y de mi estado clerical. De hecho no solo soy obispo sino que me dedico a escribir desde hace 50 diciembres. Soy el Arzobispo Leonardo Marin-Saavedra, Primado de la Iglesia Anglicana Latino-Americana (www.theanglican.net) - Me puede localizar en mi telefono Whatsapp de Canada: +1-647-766-4597. Tambien a mi correo personal de Iglesia: Primate@theanglican.net - Aunque es positivo dudar no de una escrito que sale del corazon. Saludo y bendiciones

SERGIO FARRAS -

SALVADOR ALLENDE
Muerte de un socialista romántico de hermosas Alamedas
“Habla el presidente de la República desde el Palacio de La Moneda…”. Así comenzaba una alocución que sería el principio de la verdad fundamental de el último socialista romántico. Un hombre visionario, que antes de entregar su último suspiro, anheló sabiendo que millones de voces, hoy, todavía acompañan a la suya como disposición de su sacrificio por la causa que creía.
Se escuchaban estas palabras en Radio Magallanes un once de septiembre de 1973.Un hombre valiente, con la voz rota y rasgada por el silbido de los proyectiles enviaba el último mensaje, el último discurso. El que debía abrir las Alamedas, para fraguar un sedoso caminar por el fresco verdor de maravillosas y deleitables libertades. Y tu vida se apagó Salvador, como disposición de tu sacrificio.
Ciertos pintores tienen libertad con su pincel. Ciertos escultores tienen libertad del buril. A Salvador Allende su libertad le fue sesgada por la codicia de los sables desenvainados por la gula y el arbitrio de la barbarie.
Rota la voz con el sonido del metal, entrecortada la respiración por el ruido estridente de los proyectiles, como una plegaria, el último mensaje de Salvador Allende desde el gris edificio del Palacio de la Moneda. Dirigiéndose a la nación con la calma que da la ansiedad del arquitecto del socialismo que fue. Esa voz, recorrió por el aire volando como el viento, como lo hace la blanca paloma, como la cometa del niño ilusionado que alza el vuelo en la limpia mañana, como el agua que recorre en un rincón secreto del riachuelo el caudal fluido. Una agua clara y transparente que está en el embalse del progresismo y queda provisión todavía para ser bebida.
Y que el día del bombardeo, ni el humo que salía del Palacio de la Moneda como una niebla de terror, no pudo difuminar ni borrar la arquitectura de la esencia de tu mensaje, que no era rendición, sino que buscaba el testigo que continuara tu noble clausula de noble condición. Pues ni el fuego puede quemar el alma ni las brasas la herencia del pensamiento. La guía de tu recado que se hizo humo sólo era niebla que se disiparía, evaporándose como lo hacen las nubes después de la tormenta, haciendo permeable el “último discurso”, que sería el primero de muchos pasos que le siguieron por los caminos y sendas de la libertad del socialismo.
Llegaste al gobierno como lo hacen los justos, por sufragio y referéndum. Porqué cuando hablan las urnas, que es el arca de la expresión y del albedrío de la libertad, resguardado queda el voto libre, que es medida y compás de la voz más pura y natural del pueblo, del que debe hablar libre y legítimo, facultad natural que tiene de obrar y proceder.
“Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas.”
Se rompieron los cristales pero no los ventanales, los balcones de la libertad resistieron. Los barrotes del alma no se doblegaron y lo que fue atrocidad y disparate, es hoy el uso de la razón y equidad de la cordura.
Traicionado por aquellos en los que en tu entorno confiabas, que embriagados y cegados por la sed y avaricia del poder, donde sus laureados uniformes les sirvieron como excusas de color oscuro para imponer la necedad del más ruin y villano, aplicando las cuencas de la locura. Acromáticas las ideas fueron sometidas a golpe de cañón, infligiendo y subyugando el dominio con la irracionalidad que da la impertinencia del cargo, la avaricia de la mezquindad, que es costumbre de dictadores cuando se dan a sí mismos poderes extraordinarios que no les pertenecen. Gris suele ser el color de los opresores que no dejan manifestar el brillo de los colores, ni los matices satinados ni los pigmentos de libertad. Y no hay lienzo que justifique su barbarie ni pintor que plasme tal locura y vesania en tela manchada de inocente sangre.
Y si los valientes confían en la palabra del pueblo, los cobardes suelen confundir el valor con el mal uso del fulminante de los fusiles. Amparados en su odio y aversión, manchando con sangre de indefensos los uniformes por los que juraron defender, despreciando la voluntad del pueblo y de las gentes sencillas. Menospreciando con indiferencia, desahuciando la libre voz del labrador, del laborioso agricultor que se levanta con el alba mirando al sol con ilusión y esperanza. Y del intelectual, cuyo mal se le desea para que calle y enmudezca su pensamiento, intentando amordazar con dolor, tortura e infausto inútil su discurso emancipado para silenciar su voz.
“En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos.”
Los aviones suelen ir por el cielo, como las aves cruzan el horizonte buscando la bóveda celeste del firmamento. Las bombas suelen caer aplastando indefensos objetivos sobre tierras fértiles, que debieran ser sembradas para recoger sus frutos germinados. Las bombas intentan deflagar la palabra y el entendimiento. Las bombas no suelen acabar con las ideas, porque estas, están blindadas y protegidas por un escudo de voces y de llantos. Un aura de sacrificio y martirio que no puede anular la expiación de la esencia de la minuta del mensaje. Las bombas sólo pueden abrasar las carnes pero no incinerar las almas. Pues anulado queda su efecto de arder y quemar las ideas. Las almas valientes son resistentes y de fuerte consistencia. Pues el ariete del proyectil, con su estruendo y violenta rotura, no llega a penetrar en las entrañas del ánima y la conciencia de un proyecto construido con el trazado de la libertad. Inmutable quedará el inherente y agregado libre pensamiento.
“Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo…”
Salvador Allende dio su vida, entregó su espíritu a las sombras grises. No renunció ni se doblegó, fue leal a su pueblo hasta el final, entregando su vida como respuesta a la necedad embriagadora y enajenada del tirano déspota, que actúa como verdugo y sabiendo que hace el mal a sabiendas. Rodeado de sus maquiavélicos asesores, que suelen ser mercantilistas con las almas de bronce, conspiradores escondidos en recoletos rincones y guarida, ocultando la mano antes de tirar la piedra, y enviando a otros a hacer la labor de la traición. Manufacturando conspiraciones y maquinaciones a cambio de apoderarse por la fuerza de lo que no les pertenece, sabiendo que sus manos se pueden manchar de roja sangre de inocentes pobladores dueños de sus tierras y de sus creencias.
“Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo.”
Se comprometió con las libertades y la justicia, el labrador con sus manos curtidas sembraba semillas de ilusión, La tierra, testigo mudo, germinaba y hacia brotar la ilusión. Y como los sueños que se hacen realidad, sin quimera ni ficción. La tierra nunca miente si el que la siembra es el que la trabaja, haciendo que el verde color de la esperanza anule el tono sombrío y tenebroso del opresor.
“Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños.”
Aquel día los más vulnerables dormían en sábanas limpias y bebían sin mirar del vaso en el que les ofrecías libertad. Velaste su sueño con un manto que les cubría, que les daba calor y les cobijaba. Los trabajadores en las fábricas manufacturaban su propio pan de su propia masa y levadura. Las madres amamantaban con fértil amor infinito a sus retoños, herederos justos de tu coraje. Millones de mujeres trabajadoras sonreían por dentro, como la madre que alumbra en el paritorio, el dolor era soportable para poder dar la existencia porque luchaban por dar la vida. Y hoy, millones de mujeres comparten aquel dolor de aquellas madres de esos hijos que les arrebató la sinrazón, pero que sus almas no han sido olvidadas y siguen viviendo entre nosotros como compensación de tu dolor.
“Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes”
“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.”
La voz de Salvador sólo fue acallada con la brevedad que suele dar la barbarie. Pero esa voz se sigue escuchando en las almas perennes y permeables porque no fue apagada del todo, no fue silenciada ni enmudecida. Y Como los clarines, su sonido camina descalzo, rebotando por los cielos, navegando como el navío lo hace por ultramar, viajando de alma en alma receptoras de la derrama. Y que la historia, como un multiplicador, se ha encargado de llevar a otros puertos y dársenas que lo acogieron. El dolor y la tortura fueron vencidos por la memoria y el recuerdo del que no olvida Porque el odio y la rabia no es medida de los justos para reescribir el acta. Los torturadores escriben su historia con líneas quebradas, que jamás anularán ni llevarán al olvido de los que sufrieron y lucharon por el camino tortuoso de la libertad, segando las ideas con el sable hasta alcanzarlas en sus conductos que llevan al corazón, haciendo heridas tan profundas que cuestan de cicatrizar. La oscuridad del enemigo no fue suficiente para apagar la luz de un pueblo que era libre y soberano.
“Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”
Tu muerte, fue un “tiro por la culata”, que el paso del tiempo ha devuelto a su ser natural y juicio de la razón. El dictador te esperaba afuera. Los cobardes siempre suelen esperar escondidos y guarecidos, a prudente distancia, por los alrededores, con su maldad y vileza por bandera que es propio del oficio de dictador. Casi siempre bragados por su cobarde miedo dejando que unos hagan el trabajo fijo, para después entrar ellos como ocupantes usurpadores con la sonrisa forzada, desconociendo que sembraste con anhelo tu dolor, un símbolo del socialismo, el último romántico…. La rosa roja engalanada y los claveles de temporada en la bocana del fusil detienen las balas, y desvían de su curso y trayectoria la falacia del tirador.
Mil días gobernaste, más de mil años serás recordado. Querido Salvador, hoy, hombres y mujeres seguimos escuchando tu voz, esa voz que fue sesgada con crueldad. Hoy seguimos con la ilusión de crear un mundo mejor, luchamos con la palabra cuyo filo y arista corta la ignorancia del tirano, dejándolo derrotado y harapiento, hundido en su propio barro. ¡Salvador, no te olvidamos! Porque tu muerte no fue inútil ni de falta de piedad, sino el fulminante iniciador de la libertad que hoy disfrutamos.
Ya vemos las Alamedas tal como dijiste, ya vemos las arboladas por el camino que concluye en la raíz tu victoria sobre arenas soleadas. Y los que creemos en libertades de quien no es esclavo, nos miramos como en un espejo de tu pasado que es nuestro futuro. Ya los miedos atrás quedaron. Lo que urge aquí es la vida, no la inmortalidad. Ya amanece desnudo como un sueño el valor de la democracia que el tiempo no ha oscurecido. Y qué ahora, amigo Salvador, con tu recuerdo sentido, el color jugoso de la mañana nos lleva por el sendero de un dulce caminar por las Alamedas que imaginó tu corazón.

Sergio Farras (escritor tremendista, Barcelona.


Posdata
Poema Hermosas Alamedas, (de Lope de Vega)
Quien no sirve ni ama,
ni teme ni desea,
ni pide ni aconseja al poderoso,
y con honesta fama
en su aumento se emplea,
sólo puede llamarse venturoso.
¡Oh mil veces dichoso
quien no tiene enemigo
y todos le codician por amigo!