EL CASO DE LOS 5 Y LA PERFIDIA DEL IMPERIO
“No se trata aquí, siquiera, de una causa de Cuba. Es ésta, una causa de la humanidad, de la justicia, del decoro y de la dignidad de hombres y de pueblos.”
Por Gustavo Espinoza M. (*)
En los próximos días, y más precisamente el 12 de septiembre, se cumplirán diez años de la detención de René González, Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y René González, los cinco jóvenes cubanos que, arriesgando sus vidas, se incorporaron en los grupos terroristas que operan en el Estado de La Florida por iniciativa de la llamada “Fundación Cubano Americana” y que actúan bajo las orientaciones de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos; para conocer sus planes y desactivar sus fechorías.
Como se recuerda, desde el primer momento de su detención, “los 5” -como e les conoce hoy- sufrieron los estragos de una represión inicua. Durante los primeros 17 meses de cautiverio permanecieron incomunicados, sin recibir siquiera visita de sus abogados, lo que está regulada por las normas internacionales del derecho.
En los meses y años siguientes, han visto siempre reducidas y restringidas las posibilidades de visita de sus familiares. René González, por ejemplo, no ha podido reunirse ni una sola vez con esposa y tener una relación real con su hija, la pequeña Ivette.
La perfidia del Imperio se ha impuesto dejando de lado los preceptos más elementales del Derecho Penal Humanitario.
El mismo proceso al que fueron sometidos y en el que fueran sentenciados los 5 en la Corte de Miami constituyó un ejemplo emblemático de la crueldad elevada a la categoría de procedimiento jurídico.
Las sentencias emitidas por la corte, pintan de cuerpo enero esa realidad. Gerardo Hernández Nordelo, por ejemplo, Graduado en Ciencias Políticas en 1989 en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores -es decir, un profesional a carta cabal-; fue condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de cárcel
¿Podría alguien cumplir una sentencia de esa magnitud?
Ramón Labañino –graduado con Diploma de Oro en la licenciatura de Economía de la Universidad de La Habana- tendría que vivir toda su vida en prisión, pero su cadáver quedaría allí, en la celda, 18 años más hasta que se cumpla la sentencia contra él dictada.
La misma suerte tendría que correr Antonio Guerrero, el ingeniero especialista en la construcción de Aeródromos graduado en la Universidad de Kiev y delicado poeta. Después de su muerte, tu cuerpo tendría que permanecer en prisión 10 años más.
Es verdad que Fernando y René González recibieron condenas menores, pero 19 años de cárcel en un caso y 15 en el otro, no son poca cosa sobre todo cuando se proyectan sobre personalidades descollantes de la vida intelectual de su país, empeñados en una lucha tan humana y tan justa como la batalla contra el terrorismo.
Hoy se sabe que “los 5” tuvieron su libertad en las manos. A ellos, el gobierno de los Estados Unidos les ofreció “trato benévolo” si firmaban un documento reconociendo que habían sido enviado por el gobierno de Cuba para espiar al vecino del norte. Ellos rechazaron la oferta en una patriótica mezcla de indignación y orgullo.
Y la rechazaron –como lo dijo el abogado de la causa, Roberto González- porque comprendieron a cabalidad que habían ido a los Estados Unidos a cumplir un papel como escudos de su patria; y suscribir un documento así los convertiría automáticamente en lanzas contra ella.
Cuando ocurrieron los hechos, el Comandante Fidel Castro dijo premonitoriamente: “el mundo habrá de conocerlos. Y luego recuperarán su libertad”.
Hoy estamos viviendo la primera etapa de esa profecía. Pero el mundo no sólo los está conociendo, si no también está luchando de manera creciente y sostenida por su libertad. Contra la voluntad de los halcones del Imperio, la segunda parte de la visión de Fidel comienza a cumplirse.
Y ese es el sentido de la III Jornada Mundial por la Libertad de los 5 que actualmente se celebra en casi todos los países del mundo. En Buenos Aires o en Ciudad de México, o Lima o en París; en Londres o en Hanoi; en Lisboa o en Atenas; en todas partes millones de personas de toda condición social, lengua, color de piel, convicción política, creencia religiosa, profesión u oficio; se vuelca a las calles en una lucha que refleja la voluntad solidaria de los pueblos de los cinco continentes.
Pero las autoridades de los Estados Unidos no han querido permanecer al margen de esta jornada. Se han sumado a ella, a su manera, claro. Y han impuesto dos medidas complementarias:
El pasado 2 de septiembre la Corte Federal de Atlanta resolvió rechazar la apelación presentado por los abogados de la Causa y confirmó la sentencia del 4 de junio disponiendo además que la Jueza Lenard -de triste recordación en el tema- hiciera un procedimiento adicional contra Ramón, Fernando y Antonio, que bien podría concluir con una sentencia mayor.
Pero para no quedarse atrás, las autoridades migratorias de los Estados Unidos denegaron por novena vez consecutiva el pedido presentado por Olga Salanueva para obtener una visa que le permita visitar a su esposo, Rene González. Sólo que ésta vez, la decisión migratoria incluye un añadido: la prohibición se extiende en el tiempo y no será concedida en ningún caso en el futuro.
Los funcionarios de las entidades migratorias de los estados Unidos parecen sentirse dueños del país, pero no sólo hoy, sino a perpetuidad, por siempre. Como se dice, “por eterna memoria”.
La indignación de los pueblos debe hacerse cada vez más evidente ante infamias de esta magnitud.
Y debe incluir a todos: demócratas, gentes progresistas, personas de ideas avanzadas. Y también por cierto, a los revolucionarios de los más diversos matices.
No se trata aquí, siquiera, de una causa de Cuba. Es ésta, una causa de la humanidad, de la justicia, del decoro y de la dignidad de hombres y de pueblos.
Por eso, cuando el próximo viernes 12 de septiembre, reunidos en el Parque Washington de Lima, los peruanos expresemos firmemente nuestra identificación con los 5, no estaremos sólo hablando de un episodio de la historia.
Evocando a César Vallejo, nuestro mayor poeta, aludiremos a los Jueces de los Estados Unidos diciendo: “¡Paquidermos en prosa cuando pasan / y en verso cuando páranse! / roedores que miran con sentimiento judicial en torno / ¡Oh Patrióticos asnos de mi vida…!”
Y tendremos el frente a los 5 para decirles como el autor de Poemas Humanos: “¡Salud, oh creadores de la profundidad … (¡es formidable!)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. www.nuestra-bandera.com
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