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Máximo Kinast Avilés

HOMENAJE A CESAR VALLEJO

NACIÓ UN DIA

QUE DIOS ESTABA ENFERMO

Jorge Palacios C

 

Se multiplican los gestos de amistad entre Chile y Perú. ¡Magnífico! Pero los gobiernos expresan ese renacer de fraternidad, loando recíprocamente a Grau y a Prat. Es decir, a los jefes militares antagónicos de una guerra, que jamás debió ocurrir entre pueblos hermanos. Por mi parte, quisiera expresar mi amor por Perú, donde pasé un año exilado, homenajeando a un poeta peruano, que muriera en París un viernes 15 de abril. Me refiero a Cesar Vallejo. Erró en un sólo día profetizando su muerte.

“Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.

Me moriré en París –y no me corro-

tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.”

Vallejo, el gran poeta latinoamericano, fue también un luchador social. Muy joven, trabajó como empleado en una hacienda azucarera peruana. Los sufrimientos de los explotados peones indígenas, encendieron para siempre su conciencia revolucionaria. Lo encierran cuatro meses en prisión por disturbios políticos… En 1923 se embarca para Europa con apenas 500 soles. Pasa allí grandes penurias. Lo muestra en el mismo poema ya citado.

Cesar Vallejo ha muerto, le pegaban

todos sin que él les haga nada;

le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos

los días jueves y los huesos húmeros,

la soledad, la lluvia y los caminos…

En Europa se hace marxista y renuncia a su empleo en una empresa de “Periódicos Iberoamericanos”, y a una beca del Gobierno Republicano español. “Todo esto no es ni yo ni mi vida”, afirma. Y parte a explorar lo que era la esperanza de los explotados en esa época: la Unión Soviética.

De regreso, escribe sobre la experiencia socialista. Valoriza los derechos adquiridos por la mujer, la igualdad del matrimonio y del amor libre, la legalización del divorcio y del aborto, los derechos de los niños, de los ancianos, de los inmigrantes. Sin embargo, advierte ya con gran perspicacia, que la burocratización es el más grande peligro de la revolución.

En su libro “Rusia en 1931”, escribe: “La arbitrariedad, la rutina, la indolencia y el despotismo se han entronizado detrás de cada escritorio y de cada ventanilla.” Y en un segundo libro sobre el plan quinquenal, cita a un joven escritor soviético que protesta contra: …“el funcionarismo subalterno ruso”, fustiga “ la responsabilidad de los burócratas, que casi siempre es ficticia. Y habla de cierto sistema de intrigas y arribismos y de la influencia nociva del espíritu y de los métodos burocráticos en el seno de las masas laboriosas.”

Aunque sin sospecharlo aún, obviamente, Vallejo estaba presenciando la implantación de la nueva burguesía burocrática, que terminaría por liquidar allí y en otros países socialistas la revolución.

En el año 1936, el poeta peruano debe poner a prueba, en los hechos, sus principios y su espíritu rebelde. Ha comenzado la guerra civil fascista en España contra la República. Vallejo, coopera en la organización de “Comités de Defensa”, participa en mítines, recolecta fondos, y escribe numerosos artículos condenando la criminal pasividad de las potencias occidentales ante la ofensiva militar franquista. Con gran clarividencia, señala que es la primera batalla del fascismo internacional, por dominar el mundo.

Viaja a la España que combate contra Franco y en poco más de dos meses, escribe unos 25 poemas sobre sus experiencias en el frente.

Vallejo muere de paludismo en 1938 muy solitario. Muchos intelectuales comunistas, no lo tragaban. No había creído a ciegas en el paraíso stalinista. ¡El que tire la primera piedra!, me digo a mí mismo. En la URSS, había contratado a una traductora que no era comunista. Y luego, se atrevió a ser un poco objetivo. En 1937, en el Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, en que representaba a Perú, sus “camaradas” lo relegan al rubro, “y otros”…

“Hay un vacío en mi aire metafísico

que nadie ha de palpar;

el claustro de un silencio

que habló a flor de fuego.

Yo nací un día que

Que Dios estuvo enfermo”.

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