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Máximo Kinast Avilés

Derechos Humanos

Declaración Tras el Fallo de Sentencia en la Causa del Padre Michael Woodward,

 

Torturado y Asesinado por la Armada de Chile en septiembre de 1973

Por Patricia Woodward y Fred Bennetts - Madrid, España - 8 de mayo de 2013

La Sentencia: 

El 8 de mayo de 2013, el Ministro Julio Miranda dictó sentencia en la causa criminal por la tortura y asesinato del Padre Miguel Woodward a manos de la Armada de Chile. La querella de Patricia Woodward, hermana del sacerdote, se había presentado 11 años antes en 2002 y fue investigada por tres Ministros sucesivamente. Las sentencias dictadas contra los 10 acusados son las siguientes: 

• José Manuel García Reyes y Héctor Palomino López por los delitos de secuestro con grave daño (muerte): tres años y un día, con lo cual quedan libres inmediatamente 
• Carlos Miño, Marcos Silva, Guillermo Inostroza, Luis Pinda y Bertalino Castillo: absueltos 
• Manuel Leiva: absuelto (por demencia) 
• Nelson López y Jorge Leiva Cordero: no se emiten pronunciamientos (por fallecimiento) 

Será apelada la sentencia ante la Corte de Apelaciones de Valparaíso y, en su caso, ante la Corte Suprema. Además, se hace lugar a la demanda civil por reparaciones, reducida de los 500.000.000 pesos pedidos a 50.000.000. Esta cantidad, si es confirmada en las cortes de alza, será dedicada en un 20% a recuperar los gastos de viaje de la querellante entre España (donde reside) y Chile. 

Conclusiones 

Se ha revelado la verdad sobre la muerte de Miguel y se han refutado las calumnias dirigidas contra él. Se lamenta que el cuerpo de Miguel, ocultado por la Armada, aún no haya sido encontrado. Se requiere que el Presidente de la Nación, su Gobierno y el Parlamento emprendan con urgencia una reforma del sistema judicial de Chile en lo que se refiere a las causas de violaciones de derechos humanos y la Armada.

Se requiere, además, que se comprometan a realizar tales reformas los candidatos a la Presidencia y al Parlamento en las elecciones de noviembre. Se agradece el apoyo prestado por: 

 
• Algunas entidades del Gobierno de Chile, en particular el Programa de Derechos Humanos, el Ministerio de Justicia, y la Brigada Investigadora de Delitos Contra los Derechos Humanos de la PDI 
• Sucesivos Embajadores británicos y miembros de sucesivos Gobiernos británicos, un miembro de la familia real británica, y miembros de ambas cámaras del Parlamento británico 
• La Conferencia de Obispos Católicos de Inglaterra y del Principado de Gales 
• Las Comunidades Cristianas de la Iglesia Católica en Chile 
• Los abogados que han trabajado en el caso, la mayoría pro bono 
• Los medios de comunicación 
• Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos 
• Los miembros de la organización “Amigos de Miguel” 
• Innumerables personas más. 

La Historia Tergiversada: 

michael-woodward

La historia de la muerte de Miguel contada en la Sentencia dista mucho de los hechos descritos por testigos presenciales en el Expediente de la causa: En la Sentencia, uno de los testigos de la Universidad Federico Santa María dio fe de las torturas que Miguel sufrió a manos de: "....un Infante de Marina, de apellido García, [que] se le sumergió y sacaba constantemente de la piscina con agua, con la finalidad de que hablara".

Otro testigo dijo: "estaba con sus manos apoyadas en la pared y con las piernas abiertas, junto a él estaba el Teniente Montenegro y escuché que le preguntaba sobre su condición de sacerdote, sobre su novia y cuántas puntas tiene una cruz. Al contestar que cuatro, el Teniente Montenegro ordena darle cuatro culatazos...".

Sin embargo, el Ministro parece dar poca importancia a la responsabilidad de los altos mandos en estos hechos criminales ocurridos en la Universidad Santa María.

A este respecto resulta significativo el testimonio del Capitán Sergio Valverde (inculpado por la Ministro Quezada y sobreseído por el Ministro Miranda), responsable de la unidad naval que ocupaba la Universidad.

Dijo que se enteró al día siguiente de lo que había pasado a Miguel allí e informó al entonces Jefe del Estado Mayor de la I Zona Naval, Capitán Aldoney (inculpado por la Ministro Quezada y sobreseído por el Ministro Miranda).

Éste le dijo que no se preocupara y que trasladara a Miguel a la Academia de Guerra Naval, donde él mismo tenía su oficina. Sobre lo que le pasó a Miguel en la Academia de Guerra Naval, una testigo, que había sido detenida y llevada allí, dijo de Miguel (a quien reconoció en una foto años más tarde) que le había visto en el patio de la Academia "con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda, con los pies descalzos, y era obligado a mantenerse en un cuadrado del cual no podía salir, porque era golpeado con la culata de un fusil....". Más tarde, Miguel fue visto por el Teniente de Carabineros Nelson López.

Cuando estaba cerca de las salas de interrogatorios, abrió la puerta de una de ellas, viendo que en su interior se encontraba un detenido varón "con un torso desnudo y encapuchado....estaba de pie y era interrogado por un grupo de personas entre ellos gente de Carabineros y al parecer algunos Oficiales...".

El Ministro no menciona otros antecedentes que constan en el Expediente sobre cómo, según el Tte. Nelson Jofre, los oficiales navales que presenciaron -y podrían haber participado en las torturas (según da a entender el Tte. Nelson López)- incluían al Capitán (hoy Almirante en retiro) Juan Mackay y al Tte. (hoy Capitán de Navío en retiro) Ricardo Riesco.

Ambos fueron inculpados por la Ministro Quezada y sobreseídos posteriormente por el Ministro Miranda. Sobre la Esmeralda, el Ministro dice escuetamente en su Sentencia que Miguel fue "llevado al Buque Escuela Esmeralda, para ser examinado por un médico".

Sin embargo, en el Expediente los enfermeros del buque testificaron que el médico del buque no estaba a bordo ese día. Tal era el sufrimiento de Miguel que un testigo, también preso en la Esmeralda, dijo de él "...al mirarlo pudo observar que estaba en muy malas condiciones físicas, se quejaba mucho, era un quejido agónico, estaba muy mal tratado, sus manos estaban muy rojas, al parecer con sus dedos quebrados, incluso, uno de sus dedos hinchado de color negruzco".

Sobre lo que le había pasado a Miguel, el Capitán MacCawley, ex Director del Hospital Naval, dijo que Aldoney le había comentado que "el ex sacerdote jamás fue detenido en el buque Esmeralda, ni menos sometido a torturas y solo fue llevado equivocadamente en busca de auxilio médico".

Por su parte, el Almirante Adolfo Walbaum, Jefe de la I Zona Naval e Intendente de Valparaíso en 1973, dijo que Aldoney le había hablado de que "un cura de origen Británico, de apellido Woodward, había fallecido y que su muerte había ocurrido, al parecer, en un tiroteo".

En todo caso, el Ministro no hace referencia alguna en su Sentencia al hecho de que Miguel murió mientras estaba en la Esmeralda. Pero así testificó el Segundo Comandante del buque, Eduardo Barrison, en dos ocasiones ante la Ministro Quezada.

En cuanto a lo que pasó en el Hospital Naval, el Ministro dice que, desde la Esmeralda, Miguel fue trasladado (vivo) al Hospital Naval, "toda vez que un médico de la Armada que se desempeñaba en dicho recinto, extendió un certificado médico de defunción".

Sin embargo, este médico, el Dr. Costa Canessa, testificó ante la Ministro Quezada que le habían ordenado firmar un certificado parcialmente rellenado afirmando que Miguel había muerto de un "paro cardio-respiratorio" tras haber sido encontrado en "la vía pública".

En realidad, según el Dr. Costa, Miguel podría haber sufrido una caída y la caída "puede haberse provocado por golpes violentos, tal vez puños, culatazos...". 
Además, dijo que sus superiores ni siquiera le permitieron ver el cuerpo de Miguel.

Por fin, en una declaración verbal ante la Policía -que luego retiró- el Dr. Costa Canessa dijo creer que la persona que le había entregado el certificado parcialmente rellenado era el médico del Latorre, el Tte. (posteriormente Almirante en retiro) Kenneth Gleiser. 

El Falso Final de la Historia: 

Llama poderosamente la atención que la Sentencia del Ministro Miranda deje la historia de Miguel en los momentos en que fue trasladado al Hospital Naval, donde se emitió un certificado de defunción.

La historia real -como la detallamos en una Memoria que estamos finalizando- es muy distinta. En su mayor parte fue relatada ante la Ministro y la Policía por testigos presenciales.

Miguel había llegado, en estado comatoso, en una furgoneta manchada de su sangre al muelle donde estaba atracada la Esmeralda.

No se sabe por qué le llevaron a la Esmeralda, donde no había un médico en ese momento, y no directamente al Hospital Naval, que estaba más cerca de la Academia de Guerra (quizás era para torturarle más).

En el muelle Prat, donde estaba atracado el buque, le atendió un médico del crucero Latorre, quien le pronunció moribundo, probablemente por los fuertes golpes que habían destrozado sus órganos internos.

Fue llevado a bordo en una camilla a pesar de las protestas del Segundo Comandante que quería que le llevasen ya al Hospital Naval.

Al parecer el médico le acompañó a bordo de la Esmeralda, donde fue atendido por enfermeros.

Tras la muerte de Miguel en la Esmeralda, su cuerpo, acompañado por cuatro Infantes de Marina, se llevó directamente a la morgue del Hospital Naval.

Un marino que custodiaba la morgue ese día declaró ante la Ministro Quezada que luego le ordenaron llevar el cuerpo de Miguel al Hospital Gustavo Fricke en Viña del Mar.

Allí lo depositó en otra morgue, en la que yacían ya unos 15 cuerpos de personas asesinadas por la Armada. Allí sí que se pierde la pista.

El 25 de septiembre subió una furgoneta al Cementerio Playa Ancha de Valparaíso con dos marinos. Al Administrador le dijeron que llevaban el cuerpo de un cura extranjero, pero nadie lo vio a cara descubierta por estar envuelto en una mortaja.

En presencia del Administrador lo enterraron en una sepultura sin lápida. Más tarde, Patricia asistió a un intento de exhumación en el sitio indicado por el Administrador. Desde ahí Patricia hizo un llamamiento público para más información.

Unas semanas más tarde se presentó un Diácono de la Iglesia que había sido sepulturero en el Cementerio en 1973. Por entonces, según dijo, el Cementerio había sido tomado por la Armada, que lo aprovechaba para enterrar de forma clandestina los cuerpos de asesinados. Una noche le tocó a ese sepulturero enterrar tres cuerpos, con marinos que le apuntaban con metralletas. Los tres eran de hombres altos y delgados (como era Miguel) y uno tenía en el pecho una herida, aún sangrando, de bala.

El sepulturero y dos de sus compañeros fueron obligados a enterrar los tres cuerpos juntos en una sola sepultura. La Ministro ordenó otra exhumación, de nuevo sin éxito. Alguien le dijo a Patricia que se había hecho una “limpieza” general en esa zona por fines de los 80, tirándose los restos al mar o incinerándoselos. Ésa es la historia real de lo que le pasó a Miguel al final de su vida.

El antiguo responsable de la Universidad Federico Santa María, donde Miguel sufrió “tortura por agua” (en la piscina), fue inculpado durante el sumario pero luego sobreseído.

El Jefe del Estado Mayor de la Zona Naval, Capitán de Navío Guillermo Aldoney, ascendió a Almirante y fue responsable de la seguridad personal del Papa Juan Pablo II cuando visitó Chile en 1987.

Antes de esa visita informamos a Su Santidad de la muerte de Miguel y denunciamos la connivencia con la Armada de la jerarquía católica de Valparaíso.

El Nuncio Apostólico en España nos confirmó que el Papa había recibido nuestra carta, pero aún así el pontífice fue fotografiado dando el Sacramento de la Comunión al General Pinochet, personaje que, en aquel momento, estaba excomulgado ipso facto por un decreto de la Conferencia Episcopal contra la tortura.

Luego el Almirante Aldoney fue nombrado para presidir una empresa de aceros, privatizada por el régimen militar.

El médico del crucero Latorre que había atendido a Miguel fue ascendido a Almirante, y presidió los servicios de salud de la Armada.

El Capitán Barison fue el Segundo Comandante de la Esmeralda, buque que sirvió, con su conocimiento, para la tortura de más de cien presos. Ni siquiera fue imputado. 

Apelaciones: 

Se apelará la sentencia por razón de: 

• La extremada clemencia de las sentencias dictadas contra los dos únicos condenados 
• El hecho de que, de las 33 personas inculpadas por la Ministro Quezada (incluidos cuatro Almirantes en retiro), solo 7 fueron “acusados” (ningún oficial entre ellos) 
• La obstrucción a la Justicia, hasta los tiempos actuales, por parte de algunos miembros del Alto Mando de la Armada, entre ellos dos Comandantes en Jefe que fueron implicados por el testimonio del Auditor General de la Armada (no habiendo sido ni siquiera inculpados)

 

 

En memoria de las dominicanas Mirabal, sacrificadas en su lucha por la libertad

En memoria de las dominicanas Mirabal, sacrificadas en su lucha por la libertad

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/11/25/politica/005n2pol

Periódico La Jornada
Domingo 25 de noviembre de 2012, p. 5

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en memoria del día en que ocurrió el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, dominicanas que lucharon por la libertad política de su país y se opusieron al régimen de Rafael Leónidas Trujillo.

La resolución data del 5 de noviembre de 1999, cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó dicha propuesta, si bien en 1981se declaró la conmemoración durante el primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia.

Con esta fecha, la ONU procura la concientización de la población mundial para la eliminación de cualquier tipo de violencia, física, sicológica, emocional, sexual, por crímenes de guerra, en el exilio y en el refugio, cometidas contra las mujeres.

LOS CARABINEROS DE CHILE SON CRIMINALES

por Celso Calfullan*

Las Fuerzas Especiales de carabineros están integradas por criminales.

La ley Hinzpeter busca su impunidad.

El miércoles 18 de julio ocho militantes de izquierda fuimos arrestados en las afueras del edificio de la Agencia Nacional de Inteligencia ANI, la “justificación” dada para nuestro arresto fue intentar leer una declaración pública en contra de la Ley Hinzpeter.

Esta ley que hoy esta siendo discutida en el Parlamento chileno pretende criminalizar la protesta social, es una ley que claramente apunta en contra de los dirigentes sindicales y trabajadores en huelga que hoy están radicalizando sus métodos de lucha, dada la prepotencia y el abuso patronal que en este país empezó junto con la llegada de la dictadura de Pinochet y que se mantiene hasta nuestros días, esta ley también apunta contra las comunidades mapuche que hoy están dando una lucha por recuperar todas las tierras que le han sido robadas por lo terratenientes chilenos y extranjeros que hoy están instalados en su territorio, esta ley también apunta en contra de los estudiantes que están se están movilizando para poner fin del lucro o robo que hoy están realizando los colegios, liceos y universidades privadas y exigiendo la instalación de una educación publica, gratuita y de calidad, esta ley también apunta contra los pobladores que hoy están siendo esquilmados por los bancos, con las deudas hipotecarias que los están obligando a pagar dos o tres veces sus casas, dado los intereses usureros que hoy les aplican los bancos.

 

La ley Hinzpeter busca perpetuar el abuso patronal.

Esta claro que no podemos aceptar que se apruebe una ley criminal que apunta claramente contra los movimientos sociales que hoy están levantando sus demandas en contra de un gobierno de los empresarios, que entre otras cosas están entregando nuestras riquezas naturales a los empresarios más ricos de este país o las transnacionales, como es el caso de la aprobación de una nueva ley de pesca que entrega a perpetuidad los recursos marinos a un pequeñísimo grupo de empresarios, privatizando de paso el mar que en teoría es de todos los habitantes de este país.

La ley Hinzpeter también apunta contra los trabajadores que hoy se están movilizando contra la aprobación de un salario miserable de $193 mil pesos mensuales, después de un largo show de las dos conglomerados de derecha, la Alianza y la Concertación, en resumidas cuentas es una ley que apunta a perpetuar el abuso patronal, tratando de legitimar con una ley los abusos empresariales, dado que no hay nada más violento que obligar a cientos de miles de trabajadores y sus familias a vivir con menos de $350 mil pesos mensuales.

Las Fuerzas Especiales de carabineros están integradas por puros criminales.

Para hacer efectivo el abuso patronal necesitan a todos los criminales que hoy integran las Fuerzas Especiales para el crimen que tienen las fuerzas represivas de la policía, como quedo demostrado una vez más con nuestro arresto ilegal y arbitrario, una vez que fuimos reducidos y subidos arriba del bus donde permanecimos detenidos nos siguieron golpeando, sin ninguna justificación o razón para dicha situación, se ensañaron especialmente contra una compañera y un joven militante del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, era como estar en los mejores tiempos de la dictadura de Pinochet, todo este accionar es amparado por el Ministerio del Interior y el gobierno, tratando de darle un barniz de legitimidad a un hecho que no tiene nada de legitimo y que no respeta los derechos humanos mínimos que debiera tener cada ciudadano.

Por supuesto no debemos olvidar, que los que hoy integran las Fuerzas Especiales son elegidos por su nivel de imbecilidad y brutalidad, estos elementos son los mismos que han asesinado por la espalda a varios comuneros mapuche, los que le reventaron los ojos a varios pobladores de Aysén, dejándolos inválidos, a los que asesinaron a un trabajador forestal en huelga, los que reprimieron a los pobladores de Freirina y los que día a día reprimen a los trabajadores que se encuentran en huelga en este país.

 

*Celso Calfullan, Socialismo Revolucionario.

LA MADRE TIERRA DENUNCIA

Máximo Corvalán - Pincheira hijo de Héctor Pincheira, médico asesor de Allende

http://justicianadamasperonadamenos.blogspot.com/2010/02/chile-maximo-corvalan-pincheira-hijo-de.html

http://elpolvorin.over-blog.es/article-chile-crimenes-contra-la-humanidad-por-maximo-corvalan-pincheira-45760023.html

Parte de nuestra memoria Historica, la madre tierra denuncia.

AGRUPACION DE EXPP POLITICOS/ASCHILENOS EN ESTOCOLMO-SUECIA VERDAD* JUSTICIA* REPARACIÓN. MEMORIA HISTÓRICA

SE SOLICITA DIFUSION

Estimados amigos, artistas y colegas

Les escribo para compartir con ustedes un hecho de importancia nacional y de mucho dolor para mi.

Mi padre, Héctor Ricardo Pincheira Núñez, Médico y asesor de Allende, Detenido Desaparecido desde el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973, después del análisis de ADN nuclear realizado, se confirma que fueron encontrados sus restos en el Fuerte Arteaga.

Los detalles son escabrosos, algunos de ustedes conocen la historia, pero finalmente, por duro que sea ésta, es importante descubrir las atrocidades cometidas en dictadura. Es importante hacerlas visible en el panorama político que estamos viviendo. La información se nos entrego el lunes a los familiares por el equipo investigador de Servicio Médico Legal y el juez Fuentes Belmar.

A pesar que ha sido publicado en algunos medios, creemos que no ha tenido la cobertura que se merece. El grupo que estuvo hasta último momento en la Moneda, resistiendo el Golpe, se merece ser tratado como héroes, fue por sus convicciones que permanecieron en la Moneda defendiendo la constitucionalidad.

Como ustedes saben, yo he desarrollado un constante trabajo artístico en relación a esta historia, que también es la mía, de manera velada o explicita, he tratado de hacerla visible, es por esta razón que comparto con ustedes este hecho, si alguno de ustedes cuenta con medios de comunicación, de la índole que sea, se les agradece difundirlo.

Adjunto un artículo que salió en La Nación, este lunes pasado.

Saludos Afectuosos

Máximo Corvalán-Pincheira

Identifican a 11 desaparecidos de La Moneda en 1973

Por Jorge Escalante / Lanacion.cl

Entre los reconocidos se encuentran los colaboradores de Salvador Allende, Enrique Paris Roa y Héctor Pincheira Núñez, y nueve integrantes del GAP.

Nombres de las víctimas aparecían como “lanzados al mar” en informe del Ejército a la Mesa de Diálogo.

Habla el subteniente que disparó la ametralladora: La otra cara de la moneda Uno a uno fueron cayendo los cuerpos a un pozo de casi 10 metros de profundidad. En medio de un “¡viva la revolución chilena!” y ruidos de metralla llegó el fatídico final de los prisioneros de La Moneda ese jueves 13 de septiembre en Peldehue.

Aquí habla el hombre que los fusiló. Con las manos húmedas y temblando el subteniente de 21 años tomó la ametralladora instalada en tierra y los mató de a uno. Pero alcanzó a ejecutar sólo a cinco de los 20 prisioneros. Cuando le disparó al quinto lanzó un grito desgarrador que retumbó en los cerros de Peldehue: “¡no puedo más!”. Entonces otro militar del regimiento Tacna tomó el arma y continuó la masacre. Minutos más tarde los hombres más cercanos a Allende, apresados en La Moneda el día del golpe, estaban muertos.

A las 10 de la mañana del jueves 13 de septiembre de 1973 el comandante del Tacna, Luis Joaquín Ramírez Pineda, le ordenó al subteniente comandar el grupo de 14 efectivos, entre oficiales, suboficiales y clases, que debía conducir esa misma mañana a los prisioneros para ser fusilados en Peldehue.

Ni él, ni los tres suboficiales a quienes entrevisté, tienen duda de que la orden para matarlos la dio Ramírez, aunque suponen que la decisión no la tomó solo. Pero Juan Seoane, jefe de los detectives asignados a La Moneda que combatieron el día del golpe y que también fue tomado prisionero y llevado al Tacna, afirma que Ramírez quería matarlos esa misma tarde. “Gritaba descontrolado y ordenó ejecutarnos en el mismo regimiento, pero otros oficiales lograron convencerlo de que no era el lugar adecuado. El preparó toda la ejecución”, dijo.

Hoy el general Ramírez Pineda está preso en Buenos Aires esperando que un tribunal argentino resuelva si lo extradita a Francia, donde es requerido por el secuestro y desaparición del médico siquiatra, ex asesor del Presidente Allende, Georges Klein Pipper, uno de los ejecutados en Peldehue de La Moneda.Pero Ramírez ha negado todo ante los tribunales chilenos.

Diez días antes de ser arrestado por la Interpol en Buenos Aires, el pasado jueves 12 de septiembre por una orden de captura expedida desde Francia, prestó su última declaración ante un juez y volvió a negar todo.

Dramático encuentro

El subteniente es hoy una persona de 50 años, destruida síquicamente.“Cada noche me atormento con el recuerdo de lo que hice y he pensadoen quitarme la vida”, dijo. La conversación de dos horas con él fue dramática y estremecedora.

A los pocos minutos el hombre estaba llorando desconsoladamente. Se arrancaba los cueros ya resecos de sus manos, hechas tiras por la desesperación. Nunca paró de llorar o sollozar. “Si no hubiera sido sólo un subteniente de 21 años a lo mejor me habría atrevido a decir que no, pero era mi vida o la de ellos”, repetía mirando al cielo despejado en esa mañana calurosa de sol que hablamos sentados en una plaza al oriente de Santiago. “Lo único que le pido es que me proteja, y ya que me ubicó, nunca mencione mi nombre, se lo pido por mis hijos y mi esposa. No me traicione para poder volver a creer en el ser humano”. La forma cómo lo dijo y lo que dijo me remeció. Por ello, y a pesar de que su nombre y declaraciones están registrados en el proceso por los desaparecidos de La Moneda que instruye el juez Juan Carlos Urrutia del Quinto Juzgado del Crimen de Santiago, éste se omite en la crónica y se le nombra como “El subteniente”. “Cuando me llamó y no me quiso decir de qué quería hablar conmigo, pensé que usted era un familiar de las víctimas. Mi cabeza me daba vueltas porque no sabía cómo iba a enfrentarlo”, fue lo primero que dijo.


Como instructor de la Batería de Plana Mayor del Tacna, “El subteniente” fue uno de los que ingresó a La Moneda después del bombardeo al mando de un contingente. Fue herido en un hombro y su casco impactado por tres balazos disparados por quienes resistían en el palacio de gobierno. Los otros tres suboficiales con quienes conversé también combatieron ese día, disparando hacia el palacio y las terrazas y ventanas de los edificios colindantes, desde donde fueron atacados con nutrido fuego. “Yo trataba de darle al cabrón del GAP que estaba en uno de los balcones de La Moneda con una punto 50, causando varias bajas entre nosotros”, dijo uno de los suboficiales

Sale la caravana

Cerca de las 11 de la mañana de ese 13 de septiembre la comitiva con los prisioneros salió del Tacna. Los detenidos, unos 20 o poco más, coinciden los testigos presenciales, fueron subidos a un camión militar sin toldo con las manos amarradas con alambre a la espalda y sin venda en los ojos. “Iban todos tendidos en el suelo y tapados con una lona”, recuerda el suboficial a quien llamaremos “Uno”.
La conversación con él fue acordada a las doce y media de la noche de un día para llevarse a efecto a la mañana siguiente, fresca y seminublada, en una esquina cercana al centro. Los tres suboficiales pidieron lo mismo: no ser identificados con su nombre, a pesar de que también ya declararon ante el juez Urrutia. “Ni mis hijos ni mi esposa saben en lo que me tocó participar, nunca les he dicho”, dijo “Uno”.
Antes de que los detenidos fueran subidos al camión, “Uno” afirma que “había un militar, un oficial que estaba de civil, alto, delgado, de pelo largo, cara huesuda, moreno, que fue identificando a cada uno de los prisioneros. Los identificaba y los subían al camión.
Se decía que él había operado infiltrado en el GAP de Allende y por eso conocía a todos los GAP y asesores del Presidente”. Cuando todo estuvo preparado, “Uno” afirma que “al momento de salir, el coronel Ramírez ordenó quién iba en tal o cual vehículo y a cargo de tal o cual armamento”.
El camión salió conducido por el suboficial Alfonso Cerón Espino, ya fallecido. A su lado iba un oficial. “Sentados en la baranda de la parte de atrás, custodiando a los presos, iban cuatro militares. Dos en cada baranda. En la baranda izquierda iba el subteniente Maureira y un suboficial, y en la derecha iban sentados los cabos Soto y Bravo”, afirma “Uno”. (El suboficial “Dos” negó haber participado en el grupo que sacó a los presos a Peldehue, pero “Uno” asegura que iba en el camión. “Tres” también lo negó, aunque todo indica que también fue parte, pero sin embargo admitió haber integrado la brigada Puren de la DINA desde sus inicios hasta el final, y luego haber servido en la CNI. Ambos confirmaron el episodio con los prisioneros de La Moneda).El camión viajaba entre dos jeeps militares que lo escoltaban.
Cada uno de ellos portaba una ametralladora desmontable. “Uno” conducía el jeep que seguía al camión. En cada jeep iban cuatro militares del Tacna. En total iban 14 efectivos.Un disparo en el camiónAl salir del regimiento se les unió un automóvil particular con tres civiles a bordo. “Se notaba que eran oficiales de civil, pero no del Tacna”, sostiene “Uno”.“Al cruzar el Mapocho rumbo a Peldehue se nos unió el otro auto particular con un civil y dos oficiales en uniforme, pero sin grados.

Ese fue el vehículo que quedó encabezando la caravana”, dijo.Durante el trayecto uno de los prisioneros gritó e intentó zafarse de la lona, por lo que uno de los custodios hizo un disparo, hiriendo en la mano izquierda al suboficial que viajaba en una de las barandas.
El clase que viajaba a cargo de la ametralladora en el jeep de “Uno” quiso comenzar a disparar para matarlos a todos de inmediato, pero éste se lo impidió diciéndole que era una locura.Arribados al predio del Ejército en Peldehue que servía de lugar de campaña al Tacna, uno de los dos militares uniformados sin grado unidos al grupo y quien quedó comandando toda la operación, dio la orden de bajar a los detenidos.
A “Uno” y a los otros les parece que, por los rasgos físicos, podría tratarse del entonces mayor Pedro Espinoza Bravo, quien luego fue el segundo hombre de la DINA, pero admiten dudas.Los prisioneros fueron bajados de a uno.. “Se veían tranquilos y enteros, solo uno lloró y dijo que era inocente”, recuerda “Uno”.Formados todos en tierra, el oficial a cargo dio la orden a “el subteniente” de que procediera.

La ejecución

“Se desmontó una de las ametralladoras de los jeeps y se instaló como a unos 10 metros. Había un pozo profundo. Cada detenido fue parado frente al pozo, de espaldas a la ametralladora, y entonces yo comencé a disparar”, afirmó “El subteniente”. “Todos al ser ejecutados conservaron su dignidad y no se produjeron intentos de fuga. Ninguno pidió clemencia y algunos murieron gritando consignas políticas”, es otro de sus recuerdos..“ ¡Viva la revolución chilena!”, dice “Uno” que escuchó a la distancia, donde junto a los suboficiales y clases fue instalado para proteger un amplio perímetro durante la operación.

Los cuerpos iban cayendo pesadamente al pozo de 8 a 10 metros de profundidad por 2,5 a 3 metros de diámetro. “Estaba seco, porque antes se había tratado de sacar agua para hacer una noria”, recordó “Uno”.
Ejecutados todos, el oficial sin grado que hizo de jefe en el lugar los formó al personal y lo arengó: “Lo que ustedes vieron y escucharon jamás existió, recuérdenlo muy bien. Todo se hizo por la patria. Estos marxistas merecían morir. Ahora, regresarán a su unidad”.Pero antes de partir, “El subteniente” sostiene que “los oficiales que vigilaron la operación lanzaron granadas al interior del pozo.

De los que se acoplaron a nuestro grupo, el oficial a cargo era una persona de unos 30 o 40 años, tenía estatura media, contextura corpulenta y usaba unos bigotes”. Ese podría ser Pedro Espinoza.

La arenga de Ramírez

De regreso al regimiento, el coronel Joaquín Ramírez formó a todo el grupo que nominó para el traslado y ejecución de los prisioneros y les dijo: “Esto era lo que había que hacer con esa gente, todos peligrosos marxistas. A ustedes no les pasará nada porque todos ellos fueron condenados en un rápido juicio por un tribunal militar. Quédense tranquilos”.
“El subteniente” y “Uno” no olvidaron esas palabras de Ramírez, como tampoco lo que debieron hacer en Peldehue. “Me doy cuenta de que no puedo olvidar nada, he estado en tratamiento siquiátrico y por eso tuve que dejar el Ejército en 1983. Cada vez que el juez me llama a interrogatorio me voy con mi maletita con mis cosas. Espero que me pase cualquier cosa. Yo vivo solo el día, si fue triste, si fue menos triste, si lloré más o lloré menos, ese fue un día más que viví”, dijo en otro ataque de llanto desatado “El subteniente”.

- ¿Hay algo que pueda ocurrir para que usted alivie su dolor? -le pregunté conmovido-.- Yo creo que nada -respondió con lentas palabras-.
- ¿Ha pensado en encontrarse con los familiares de las víctimas?, tal vez eso podría ayudarlo a despejar parte del conflicto.
- Lo he pensado alguna vez, pero es muy difícil. Entonces le dije que tenía que hacerlo, porque eso le iba a ayudar, y le ofrecí contactarlo con algunos de ellos.
Lo sentí un hombre absolutamente entregado y sobretodo desprotegido, inmensamente vulnerable. A pesar de todo, mantenía un nuevo trabajo y hablaba de sus hijos y su esposa. Había pasado años sumido en el alcohol y le había resultado peor. Ahora estaba lejos de ello. Me di cuenta de que él mismo era una víctima de sus muertos que lo perseguían. “Dejemos que siga el camino de la justicia”, dijo al despedirnos, y pasó a un almacén a comprar pastillas de menta.
1978: Del pozo al helicóptero
Cinco años más tarde, a las 07.30 de una mañana de diciembre de 1978, “Uno” caminaba de uniforme por el sector del Parque O’Higgins para ingresar al Tacna. Sintió pasos detrás suyo que se apuraron al verlo y escuchó que lo llamaban. Pensó que lo querían asaltar y también apuró el tranco y entró al regimiento.Inició sus actividades diarias pero a los pocos minutos lo llamó el comandante del regimiento. “Me llamó el coronel Ricardo Canales, y me dijo que tenía que acompañar a unos señores a hablar con un general al ministerio de Defensa. Quédese tranquilo que no le va a pasar nada”, dice “Uno” que le dijo el coronel Canales Varas.
Su sorpresa fue grande cuando se dio cuenta de que “los señores” eran los civiles que lo habían seguido momentos antes.Partieron al que hoy es el edificio de las Fuerzas Armadas y subieron al quinto o sexto piso.Esperaron unos minutos y los hicieron entrar a una oficina. “A mi me parece que era el general Morel, era alto, maceteado, medio canoso y de frente muy ancha. Me dijo mire... usted sabe donde enterraron a los de La Moneda y hay que limpiar el lugar. Usted será quien indique el lugar preciso”, recuerda “Uno” que le dijo el general. Sus cálculos son que ese general era el comandante de la Guarnición de Santiago “que es el que manda y resuelve todo en una región militar”.Y el general Enrique Morel Donoso, edecán de Augusto Pinochet entre 1973 y 1974, fue nombrado comandante de la Guarnición de Santiago en noviembre de 1977. Sus rasgos físicos coinciden con los que “Uno” dio en nuestra conversación.
Los civiles regresaron a “Uno” al cuartel y allí entonces el comandante Canales le dio la orden de guiar a personal de inteligencia del regimiento a Peldehue, para ubicar el lugar exacto y realizar el desentierro.

Con retroexcavadora y pisco

La alarma había sonado en los cuarteles después de que a fines de 1978 se descubrieron los 15 cuerpos de los campesinos en los hornos de Lonquén, cerca de Santiago.
Era el primer hallazgo masivo de víctimas y la orden fue comenzar a limpiar los entierros clandestinos numerosos, para evitar nuevos problemas.“Uno” partió en un vehículo guiando a un reducido grupo de personal de inteligencia del Tacna que vestía de civil.
No iban oficiales. Los puntos de referencia eran un montón de árboles y una construcción que servía para el rancho durante las campañas del regimiento. A “Uno” no le costó mucho hallar el pozo que ahora estaba totalmente cubierto y señaló el punto exacto.
Luego apareció una retroexcavadora y un camión con clases que iban preparados con palas y guantes para realizar la operación más fina. “Ahora llegó el capitán Luis Fuenzalida Bravo para hacerse cargo de la tarea. El era el jefe de Inteligencia del Tacna”, dice “Uno”.“La retroexcavadora comenzó a cavar profundo hasta que aparecieron los primeros restos”.
“Uno” recuerda que algunos de los cuerpos que no alcanzaron a ser destrozados por las granadas estaban enteros y guardaban rasgos físicos, dada la característica de la tierra de la zona. “Los fueron sacando con palas de mano y metiendo en sacos. La descomposició n parece que se aceleró al entrar el oxígeno y el olor era insoportable. La gente se tomó varias botellas de pisco para poder trabajar”.
De repente llegó el comandante Canales a verificar que todo se estaba cumpliendo como se había ordenado por el general que habló con “Uno” y por él.Una vez ensacados cuerpos y restos, apareció un helicóptero. “Eran ya cerca de las ocho de la noche y había luz natural todavía. Pero el espectáculo era tremendo. Empezaron a subir los sacos al helicóptero.
Sabíamos que los iban a tirar al mar. Eso se sabía”, rememoró “Uno”, aclarando que no le tocó palear para sacar los cuerpos. El helicóptero elevó el vuelo y todos regresaron al Tacna. Allí se ducharon y se refregaron varias veces, todavía medio borrachos, y quemaron toda la ropa con la que habían trabajado.

Huellas en la tierra

Luego de terminada a mediados de 2000 la mesa de diálogo sobre Derechos Humanos y evacuado en enero de 2001 el informe de las Fuerzas Armadas sobre el destino de 200 detenidos desaparecidos, el pleno de la Corte Suprema designó a la ministra Amanda Valdovinos para que investigara un antecedente anónimo que mencionaba: “A cinco kilómetros del recinto de campaña, en una caverna frente al sector cordillerano NASA, veinte cráneos”.
Después de múltiples búsquedas apoyada por peritos de diversos servicios y la policía de Investigaciones, a fines del primer semestre de 2001 la magistrada logró dar con la “gran fosa” como la calificó en sus informes a la Corte Suprema.
Los datos que aportaron militares que participaron tanto en los fusilamientos como en el posterior desentierro de 1978, fueron fundamentales para hallar el lugar. Ubicada la fosa (o el pozo según “Uno”), la magistrada fue encontrando piezas óseas múltiples (unas 500), entre dientes y fragmentos de cráneo y mandíbulas.
Otro hallazgo avala los relatos de “El subteniente” y “Uno”: “se encontraron restos de granadas, material balístico y numerosos elementos culturales de la época (1973)”, estableció la jueza en su primer informe del 8 de marzo de 2002. “Se trata de restos de personas que estuvieron en el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973, fueron trasladadas al regimiento Tacna, y posteriormente a Peldehue donde habrían sido fusiladas días después”, escribió la ministra en el mismo informe.
Veintinueve años después, la tierra habló y algunos de los actores principales también. De acuerdo a los largos peritajes médico legales practicados por un equipo del Servicio Médico Legal y peritos particulares designados por la magistrada, se logró concluir, aunque aún no se da a conocer oficialmente, que los restos hallados pertenecen a 13 (o 14) personas, todos ex asesores del Presidente Allende y ex integrantes de su guardia personal GAP.
Estos son: Jaime Barrios Meza; Daniel Escobar Cruz; Enrique Huerta Corbalán; Claudio Jimeno Grendi; Georges Klein Pipper; y Arsenio Poupin Oissel, todos ex asesores. Y los ex GAP: Oscar Lagos Ríos; Juan Montiglio Murúa; Julio Moreno Pulgar; Julio Tapia Martínez; Oscar Valladares Caroca; Juan Vargas Contreras; y Domingo Blanco Tarrés, jefe del GAP.
Son los desaparecidos de La Moneda, cuyos cuerpos aún faltan encontrar. Los 13 aparecen como “lanzados al mar” en el informe de las Fuerzas Armadas, como efectivamente “Uno” dice que habría sido. Lo que ocurrió es que la operación no fue “limpia” (como también sucedió en Calama y Chihuío) y los huesos que quedaron permitieron verificar la masacre de Peldehue.

 

Máximo Corvalan-Pincheira
Artista Visual

 

Quiénes y por qué mataron a Lumi Videla y arrojaron su cuerpo en la embajada italiana de Santiago

NOTA DEL EDITOR: Con comentarios de Pedro Alejandro Matta, en negrita


<http://www.surysur.net/2012/03/quienes-y-por-que-mataron-a-lumi-videla-y-arrojaron-su-cuerpo-en-la-embajada-italiana-de-santiago/lumi-retrato/



Ex Embajador de Italia en Chile, Emilio Barbarani ("Chi ha ucciso Lumi Videla", ed. Mursia, Milán, 2012) recuerda el Chile de los primeros años de la dictadura y revela entretelones inquietantes sobre el asesinato de la dirigente del MIR. Era la madrugada del 4 de noviembre de 1974, una primavera agradable y placentera que contrastaba dramáticamente con el terror frío y ponzoñoso que invadía Chile donde la represión recrudecía y se había convertido en práctica común de la dictadura, cuando un grupo de asilados en la Embajada italiana de Santiago escuchó un ruido sordo en un extremo del patio. | NICCOLÓ ALDOBRANDINI.*

Al ir a ver se encontraron con un espectáculo macabro: el cadáver de una mujer con evidentes signos de tortura. Inmediatamente los asilados advirtieron al joven diplomático Enrico Calamai, que pernoctaba en la citada residencia, quien a su vez se comunicó de inmediato con las autoridades chilenas. Pocos días después Calamai abandonaría el país aquejado de una grave úlcera. (Tras su recuperación en Italia, en 1976 fue designado Cónsul en e Buenos Aires donde ayudó a expatriar a centenares de perseguidos de la dictadura del triunvirato compuesto por los tres jefes de las Fuerzas Armadas, Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti).

A raíz del alejamiento de Calamai, el único diplomático italiano que permanecía en Santiago era el embajador Tomasso de Vergottini, que ni siquiera tenía realmente ese status porque el gobierno italiano nunca reconoció a la dictadura chilena, era una función nebulosa, ya que no tenía rango diplomático, pero tampoco era turista.

En 1974 la prensa chilena adicta al régimen (por otra parte la única que existía) había descrito el homicidio de Lumi Videla como una reyerta, ocurrida en el interior de la residencia diplomática, durante una "orgías entre asilados", versión que quedó totalmente descartada en la investigación judicial realizada por el magistrado Juan Araya, que estableció fehacientemente que la joven asesinada nunca estuvo en ese lugar en calidad de refugiada.

En esas circunstancias, sin pasaporte diplomático y con el enorme problema del cadáver lanzado al jardín de la Embajada otro joven diplomático, Emilio Barbarani, hasta ese momento designado en Buenos Aires, llega a Santiago los primeros días de diciembre de 1974, un mes después del descubrimiento del cadáver de la dirigente del MIR.

<http://www.surysur.net/2012/03/quienes-y-por-que-mataron-a-lumi-videla-y-arrojaron-su-cuerpo-en-la-embajada-italiana-de-santiago/lumi-libro/

 

La misión del diplomático termina en 1975, el año de los recuerdos que describe en su libro-memoria Chi ha ucciso Lumi Videla (Ed. Mursia, Milábn, 2012), ¿Quién mató a Lumi Videla? en castellano. Años después, en 1998, Barbarani volvería a Chile como embajador de Italia.

En sus memorias, Barbarani recuerda no solamente las tensísimas relaciones entre los refugiados (unas 250 personas, la mayor parte niños que, a raíz del episodio del cadáver estaban literalmente prisioneros en la residencia diplomática), sino sobre todo el terreno minado donde los diplomáticos italianos tenían que actuar, sobre todo en su relación con los servicios de Inteligencia chilenos (la DINA) en ese momento en lucha sin cuartel con otro de los servicios represores, el SIFA, el Servicio Secreto de la Fach.  

 

La lucha entre la DINA y la SIFA por el predominio en la represión política no ocurre en 1974 (año de la detención y asesinato de Lumi Videla) sino que varios meses después, en 1975.  


Asimismo, el libro describe las relaciones personales (y amorosas) entre Barbarani y dos figuras femeninas fundamentales: una agente del SIFA, "Wanda", (de la que no revela nunca el nombre verdadero, quien años más tarde moriría en Londres de un tumor al cerebro y quien le daría una inquietante clave de lectura acerca del crimen de Lumi Videla) y su polola "oficial", la joven Paula Carvajal, hija del Almirante Carvajal, en ese momento canciller del gobierno militar. A Barbarani esta relación le abriría las puertas de la casa de uno de los máximos exponentes del gobierno.

En realidad el libro no pone en tela de juicio "quién mató a Lumi Videla", sino que se interroga sobre "por qué la mataron" y, en particular las razones por las qué tiraron su cadáver al interior de la Embajada italiana, una provocación sin sentido ya que, a pesar de la mordaza imperante era imposible que la verdad, tarde o temprano no saliera a flote. Y eso fue lo que efectivamente ocurrió muchos años después.

 

Creo que hay un error de apreciación en esto porque el autor del comentario lo hace como una "persona normal" (no podría ser de otra manera); en el caso de los integrantes de la DINA  --y particularmente su plana directiva--  esta lógica no operaba.  Ellos partían de la base de que el régimen de Pinochet tendría una duración parecida al de Franco en España, y que siempre estarían en control de las informaciones que llegaran a la opinión pública   --en definitiva, ellos creían que la censura seria un elemento central de la política de comunicaciones del régimen por años y años--  y de ese modo los crímenes jamás serian conocidos y menos investigados.  Esta misma lógica que expongo es la que opera en el asesinato de Letelier (21 de septiembre de 1976) un hecho que, mucho más que el asesinato de Lumi Videla, es un ejemplo claro del grado de locura (¿estupidez?) al que habían llegado los mandos de la DINA (y Pinochet). 


Por el asesinato de Lumi Videla, el año 2006 fueron declarados culpables los generales retirados Manuel Contreras Sepúlveda, ex jefe operativo de la DINA y Maximiano Ferrer Lima; los brigadieres (R) Miguel Krassnoff y Christophe Willike; el coronel (R) Marcelo Moren Brito y el cabo (R) Basclay Zapata.

En la última parte de las memorias (la más reveladora e inquietante) Emilio Barbarani recuerda la petición, de asilo político, a mediados de 1975, del agente del SIFA, "Daniel Ramírez Montero", según el libro. En realidad se trata de Rafael González Verdugo, procesado como cómplice del homicidio del estadounidense Charles Horman, descrito en todo su dramatismo en la película "Missing", de Costa Gavras. El agente fundamentó la petición de asilo a los italianos diciendo que estaba perseguido por la DINA, por haber denunciado la corrupción del "Coronel K", en ese momento el segundo hombre de la DINA, de quién Barbarani nunca despeja la verdadera identidad, aunque es probable que se trate del en ese momento subdirector de la DINA, Mario Janh.

 

El segundo hombre de la DINA, en términos reales y no formales, nunca fue Mario Jahn.  Mario Jahn Barrera provenía de la FACH y dentro de la DINA quienes "cortaban el queque" eran quienes provenían del ejército.  Eso no quiere decir que Jahn haya sido tan solo una figura decorativa y que no tenga responsabilidad en los crímenes..., solo quiere decir que lo dicho, opinado, o mandado por Jahn perfectamente podía ser revertido por alguien que, formalmente, tenía menos graduación pero que "se había ganado un 'prestigio' y respeto dentro de la DINA" (Como podía ser, por ejemplo, Krassnoff)  

Dentro de este contexto, quizás el segundo dentro de la DINA en la época  --en términos prácticos--  era Pedro Espinoza Bravo.

 

Como en 1975 la residencia italiana ya estaba vacía, los diplomáticas, previas consultas con Roma deciden asilar a "Ramírez Montero" en las oficinas de la Cancillería italiana, y a partir de ese momento empieza una serie de amenazas telefónicas a Barbarani que podrían haber pasado a mayores. Incluso el libro revela que se logró desarticular (gracias a los buenos oficios de las "altas esferas" con quienes se vinculaba) un ataque de la DINA a la cancillería para secuestrar al desertor, que se había asilado con su mujer y su pequeño hijo.

Las amenazas de la DINA a Barbarani por haber acogido al agente del SIFA, enemigo del coronel "K", se intensifican y este hecho persuade al gobierno italiano de la necesidad de trasladarlo. Su misión termina a fines de 1975 y a mediados de 1976 llega a Londres. En la capital británica encuentra a una antigua conocida, Wanda, que habría desertado del SIFA y que le cuenta lo siguiente: en realidad la denuncia de González Verdugo contra "K" no es por corrupción, sino por "alta traición" y "espionaje".

Antes del golpe el "coronel K", según Wanda, habría conocido a Lumi Videla y el militar le habría hecho algunas confidencias que ella habría pasado al MIR y éstos a su vez a los servicios secretos cubanos.

 

Esto suena más bien a una novela de espías.  No lo creo porque Lumi Videla no trabajaba en "F" (léxico del MIR en la época para mencionar a quienes orientaban su trabajo a las FFAA).  Por otra parte, no me creo a Jahn lo suficientemente estúpido como para compartir con Lumi Videla (quien antes del golpe ya era "una persona de interés" para los aparatos de inteligencia de las FFAA) "confidencias" que fueran relevantes, a menos que se tratara de una operación de desinformación.

 

Después del arresto, la joven habría confesado parte de las confidencias de "K" y por represalia la habrían asesinado.

 

Esto es una falacia completa.  El arresto de Lumi  --y posterior tortura y asesinato--  tiene que ver no con el "coronel K" (misterioso y no identificado), sino con la búsqueda y ubicación de Miguel Enríquez (que era para la DINA mucho más importante que coroneles K, L, o M...).  En comparación a la importancia de Miguel Enríquez el "coronel K", supuestamente Mario Jahn, tenía la importancia de un pie de pagina...

Y el texto pretende ignorar un hecho crucial: la detención de Lumi Videla  --para la DINA--  es crucial porque posibilitaría la detención de Sergio Pérez Molina (su compañero, Encargado de Organización Nacional, y miembro de la Comisión Política del MIR).  Y la detención de Pérez (22 de septiembre de 1974) ocurre al día siguiente de la detención de Lumi (21 de septiembre).  La detención y brutal tortura de Sergio Pérez  --es materialmente destrozado en torturas en José Domingo Cañas--  permitirá a la DINA la obtención de algunos datos que ayudaran, pocos días después, a la ubicación e identificación de la casa de seguridad de Miguel Enríquez, en calle Santa Fe, el 4 de octubre de 1974, donde muere en un enfrentamiento.

 

El hecho de tirar el cuerpo en la embajada italiana cumplía dos funciones, revela el libro: por una parte amenazar a los diplomáticos italianos para obligarlos a cerrar la embajada, la única abierta hasta ese momento, noviembre de 1974; por la otra enviar un mensaje a los miristas que estaban en la en ella.

 

El objetivo, desde mi perspectiva, tiene que ver con enviar "a los miristas dentro de la embajada" un mensaje macabro que, obviamente, la DINA esperaba que se difundiera   --a través de los lógicos contactos y formas de comunicación clandestina--  hacia el exterior de la embajada, hacia el MIR en clandestinidad: la muerte de Lumi Videla, que era inmensamente respetada y querida dentro del MIR.   En definitiva, el asesinato y el lanzamiento del cuerpo dentro de la embajada es una operación de guerra psicológica para destruir o afectar la moral del "enemigo" (desde el punto de vista de la DINA).  Los diplomáticos italianos no tienen ninguna importancia en este esquema.


Cuando lanzaron el cadáver de Lumi se encontraba asilado en la Embajada Italiana uno de los dirigentes máximos del MIR, el médico Humberto Sotomayor, que había sido, sin embargo, expulsado de la organización, acusado de haber abandonado al herido Miguel Enríquez abatido el 5 de octubre de 1974 después de un tiroteo en su propia casa. Pero también en ese momento estaba en la Embajada la cuñada de Andrés Pascal, el nuevo jefe del MIR, que se había asilado con la menor de las hijas de éste, una niñita de alrededor de tres años: por lo tanto era probable que hubiese relaciones directas entre los miristas de la Embajada y la cúpula de esa organización.

Al final de sus memorias, Barbarani recuerda que poco tiempo después de haber llegado a Londres, y mientras González Verdugo todavía estaba en las oficinas de la cancillería, ya que las autoridades se negaban a darle el salvoconducto, leyó en la prensa inglesa una breve información sobre un accidente que habría tenido el coronel "K" (accidente totalmente comprobado): se le habría disparado "accidentalmente" la metralleta que tenía en el asiendo trasero del auto que desbandó, mientras su ocupante se había salvado por milagro. Poco tiempo después a González Verdugo le dan el salvoconducto y puede abandonar el país.

Curiosamente, la publicación del libro en Italia, que ha obtenido numerosas reseñas en este país, ha pasado inadvertido en Chile: ¿será quizás porque las trazas que Barbarani deja en su libro conducen más o menos directamente, como ya se ha señalado, al coronel retirado Mario Jahn?. Sobre esta situación la agencia italiana ANSA, reseñando el libro, escribe: "por el asesinato de la joven un tribunal condenó a seis personas, todas de la DINA, pero no al coronel "K" que hoy vive sin problemas en Santiago".

 

Probablemente no ha tenido impacto en Chile porque los hechos conocidos no dan base para las afirmaciones y especulaciones del Sr. Barbarini, autor del libro.  Lamentable que el Sr. Barbarini no identifique a "Wanda", otro elemento que causa sorpresa porque esta persona estaría ya muerta y, por lo tanto, identificarla (y poder seguir su rastro hasta Londres y reconstruir su vida anterior) no la pondría en peligro, si esa fuera la preocupación.

En definitiva, "no me compro" la historia contada por Barbarini.  Y conozco los hechos relacionados con Lumi Videla, con Sergio Pérez, y con la posterior ubicación de la casa de Miguel Enríquez, a través de fuentes de primera mano en la época.

 

Cariños,

Pedro.

 

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Corresponsal en Italia/i

UN CANTO PARA NO OLVIDAR

UN CANTO PARA NO OLVIDAR

Los miembros de la Coalición Internacional  de Sitios de Conciencia en Chile, felicitamos y apoyamos la realización del concierto “Un Canto para No Olvidar” con el fin de  recaudar fondos para impulsar el proyecto “Estadio Nacional Memoria Nacional”.  

El Proyecto “Estadio Nacional Memoria Nacional” tiene como objetivo preservar el valor histórico del Estadio Nacional como campo de concentración bajo la dictadura militar. 

Los invitamos a participar de esta gran tarea asistiendo al concierto este sábado 14 de abril a las 18hrs.

Esperando contar con su presencia les saludan,

-      Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi

-      Corporación Paine un Lugar para la Memoria

-      Fundación 1367 Casa Memoria José Domingo Cañas

-      Museo de la Memoria y los Derechos Humanos

-      Sitio de Memoria Nido 20

 

CORPORACION PARQUE POR LA PAZ VILLA GRIMALDI
Av. José Arrieta # 8401 - Peñalolén - Tel. (56-2) 2925229 
villagrimaldi@villagrimaldi.cl - www.villagrimaldi.cl

 

DANIEL ZAMUDIO

Escribe Mario Vargas Llosa
La noche del tres de marzo pasado, cuatro “neonazis” chilenos, encabezados por un matón apodado Pato Core, encontraron tumbado en las cercanías del Parque Borja, de Santiago, a Daniel Zamudio, un joven y activista homosexual de 24 años, que trabajaba como vendedor en una tienda de ropa.
Durante unas seis horas, mientras bebían y bromeaban, se dedicaron a pegar puñetazos y patadas al maricón, a golpearlo con piedras y a marcarle esvásticas en el pecho y la espalda con el gollete de una botella. Al amanecer, Daniel Zamudio fue llevado a un hospital, donde estuvo agonizando durante 25 días al cabo de los cuales falleció por traumatismos múltiples debidos a la feroz golpiza.
Este crimen, hijo de la homofobia, ha causado una viva impresión en la opinión pública no sólo chilena, sino sudamericana, y se han multiplicado las condenas a la discriminación y al odio a las minorías sexuales, tan profundamente arraigados en toda América Latina. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, reclamó una sanción ejemplar y pidió que se activara la dación de un proyecto de ley contra la discriminación que, al parecer, desde hace unos siete años vegeta en el Parlamento chileno, retenido en comisiones por el temor de ciertos legisladores conservadores de que esta ley, si se aprueba, abra el camino al matrimonio homosexual.
Ojalá la inmolación de Daniel Zamudio sirva para sacar a la luz pública la trágica condición de los gays, lesbianas y transexuales en los países latinoamericanos, en los que, sin una sola excepción, son objeto de escarnio, represión, marginación, persecución y campañas de descrédito que, por lo general, cuentan con el apoyo desembozado y entusiasta del grueso de la opinión pública.
Los delitos de este tipo que se hacen públicos son sólo una mínima parte de los que se cometen.
Lo más fácil y lo más hipócrita en este asunto es atribuir la muerte de Daniel Zamudio sólo a cuatro bellacos pobres diablos que se llaman neonazis sin probablemente saber siquiera qué es ni qué fue el nazismo. Ellos no son más que la avanzadilla más cruda y repelente de una cultura de antigua tradición que presenta al gay y a la lesbiana como enfermos o depravados que deben ser tenidos a una distancia preventiva de los seres normales porque corrompen al cuerpo social sano y lo inducen a pecar y a desintegrarse moral y físicamente en prácticas perversas y nefandas.
Esta idea del homosexualismo se enseña en las escuelas, se contagia en el seno de las familias, se predica en los púlpitos, se difunde en los medios de comunicación, aparece en los discursos de políticos, en los programas de radio y televisión y en las comedias teatrales donde el marica y la tortillera son siempre personajes grotescos, anómalos, ridículos y peligrosos, merecedores del desprecio y el rechazo de los seres decentes, normales y corrientes. El gay es, siempre, “el otro”, el que nos niega, asusta y fascina al mismo tiempo, como la mirada de la cobra mortífera al pajarillo inocente.
En semejante contexto, lo sorprendente no es que se cometan abominaciones como el sacrificio de Daniel Zamudio, sino que éstas sean tan poco frecuentes. Aunque, tal vez, sería más justo decir tan poco conocidas, porque los crímenes derivados de la homofobia que se hacen públicos son seguramente sólo una mínima parte de los que en verdad se cometen. Y, en muchos casos, las propias familias de las víctimas prefieren echar un velo de silencio sobre ellos, para evitar el deshonor y la vergüenza.
Aquí tengo bajo mis ojos, por ejemplo, un informe preparado por el Movimiento Homosexual de Lima, que me ha hecho llegar su presidente, Giovanny Romero Infante. Según esta investigación, entre los años 2006 y 2010 en el Perú fueron asesinadas 249 personas por su “orientación sexual e identidad de género”, es decir una cada semana. Entre los estremecedores casos que el informe señala, destaca el de Yefri Peña, a quien cinco “machos” le desfiguraron la cara y el cuerpo con un pico de botella, los policías se negaron a auxiliarla por ser un travesti y los médicos de un hospital a atenderla por considerarla “un foco infeccioso” que podía transmitirse al entorno.
Estos casos extremos son atroces, desde luego. Pero, seguramente, lo más terrible de ser lesbiana, gay o transexual en países como Perú o Chile no son esos casos más bien excepcionales, sino la vida cotidiana condenada a la inseguridad, al miedo, la conciencia permanente de ser considerado (y llegar a sentirse) un réprobo, un anormal, un monstruo.
Tener que vivir en la disimulación, con el temor permanente de ser descubierto y estigmatizado, por los padres, los parientes, los amigos y todo un entorno social prejuiciado que se encarniza contra el gay como si fuera un apestado. ¿Cuántos jóvenes atormentados por esta censura social de que son víctimas los homosexuales han sido empujados al suicidio o a padecer de traumas que arruinaron sus vidas? Sólo en el círculo de mis conocidos yo tengo constancia de muchos casos de esta injusticia garrafal que, a diferencia de otras, como la explotación económica o el atropello político, no suele ser denunciada en la prensa ni aparecer en los programas sociales de quienes se consideran reformadores y progresistas.
Ante la homofobia, las ideologías políticas se funden en un solo ente de prejuicio y estupidez
Porque, en lo que se refiere a la homofobia, la izquierda y la derecha se confunden como una sola entidad devastada por el prejuicio y la estupidez.
No sólo la Iglesia católica y las sectas evangélicas repudian al homosexual y se oponen con terca insistencia al matrimonio homosexual. Los dos movimientos subversivos que en los años ochenta iniciaron la rebelión armada para instalar el comunismo en el Perú, Sendero Luminoso y el MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), ejecutaban a los homosexuales de manera sistemática en los pueblos que tomaban para liberar a esa sociedad de semejante lacra (ni más ni menos que lo hizo la Inquisición a lo largo de toda su siniestra historia).
Liberar a América Latina de esa tara inveterada que son el machismo y la homofobia —las dos caras de una misma moneda— será largo, difícil y probablemente el camino hacia esa liberación quedará regado de muchas otras víctimas semejantes al desdichado Daniel Zamudio. El asunto no es político, sino religioso y cultural.
Fuimos educados desde tiempos inmemoriales en la peregrina idea de que hay una ortodoxia sexual de la que sólo se apartan los pervertidos y los locos y enfermos, y hemos venido transmitiendo ese disparate aberrante a nuestros hijos, nietos y bisnietos, ayudados por los dogmas de la religión y los códigos morales y costumbres entronizados.
Tenemos miedo al sexo y nos cuesta aceptar que en ese incierto dominio hay opciones diversas y variantes que deben ser aceptadas como manifestaciones de la rica diversidad humana. Y que en este aspecto de la condición de hombres y mujeres también la libertad debe reinar, permitiendo que, en la vida sexual, cada cual elija su conducta y vocación sin otra limitación que el respeto y la aquiescencia del prójimo.
Las minorías que comienzan por aceptar que una lesbiana o un gay son tan normales como un heterosexual, y que por lo tanto se les debe reconocer los mismos derechos que a aquél —como contraer matrimonio y adoptar niños, por ejemplo— son todavía reticentes a dar la batalla a favor de las minorías sexuales, porque saben que ganar esa contienda será como mover montañas, luchar contra un peso muerto que nace en ese primitivo rechazo del “otro”, del que es diferente, por el color de su piel, sus costumbres, su lengua y sus creencias y que es la fuente nutricia de las guerras, los genocidios y los holocaustos que llenan de sangre y cadáveres la historia de la humanidad.
Se ha avanzado mucho en la lucha contra el racismo, sin duda, aunque sin extirparlo del todo. Hoy, por lo menos, se sabe que no se debe discriminar al negro, al amarillo, al judío, al cholo, al indio, y, en todo caso, que es de muy mal gusto proclamarse racista.
No hay tal cosa aún cuando se trata de gays, lesbianas y transexuales, a ellos se los puede despreciar y maltratar impunemente. Ellos son la demostración más elocuente de lo lejos que está todavía buena parte del mundo de la verdadera civilización.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2012
© Mario Vargas Llosa, 2012

Manifiesto de Pedro Lemebel en la memoria de Daniel Zamudio

Hay mas hombria, mas dignidad, mas valor en Lemebel que en muchos de 
nosotros. Como la hombria de bien de mi maestro, Benjamín 
Subercaseaux, doctor por Sorbona, premio nacional de literatura, 
medalla al valor otorgada por la Resistencia Francesa por su lucha 
contra el nacismo, homosexual y navegante solitario a vela por los 
mares del sur. 
Lemebel fue, es y será una Loca Yegua del Apocalipsis, uno de los más 
valientes de entre todos los hombres de Chile. Respetemos su 
sexualidad y respetemos las sexualidades diferentes. No hacerlo es una 
verdadera mariconada. 
Maximo Kinast Aviles.

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‎Manifiesto de Pedro Lemebel

en la memoria de Daniel Zamudio. 

 

No soy Pasolini pidiendo explicaciones 
No soy Ginsberg expulsado de Cuba 
No soy un marica disfrazado de poeta 
No necesito disfraz 
Aquí está mi cara 
Hablo por mi diferencia 
Defiendo lo que soy 
Y no soy tan raro 
Me apesta la injusticia 
Y sospecho de esta cueca democrática 
Pero no me hable del proletariado 
Porque ser pobre y maricón es peor 
Hay que ser ácido para soportarlo 
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina 
Es un padre que te odia 
Porque al hijo se le dobla la patita 
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro 
Envejecidas de limpieza 
Acunándote de enfermo 
Por malas costumbres 
Por mala suerte 
Como la dictadura 
Peor que la dictadura 
Porque la dictadura pasa 
Y viene la democracia 
Y detrasito el socialismo 
¿Y entonces? 
¿Qué harán con nosotros compañero? 
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos 
con destino a un sidario cubano? 
Nos meterán en algún tren de ninguna parte 
Como en el barco del general Ibáñez 
Donde aprendimos a nadar 
Pero ninguno llegó a la costa 
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas 
Por eso las casas de caramba 
Le brindaron una lágrima negra 
A los colizas comidos por las jaibas 
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos 
no recuerda 
Por eso compañero le pregunto 
¿Existe aún el tren siberiano 
de la propaganda reaccionaria? 
Ese tren que pasa por sus pupilas 
Cuando mi voz se pone demasiado dulce 
¿Y usted? 
¿Qué hará con ese recuerdo de niños 
Pajeándonos y otras cosas 
En las vacaciones de Cartagena? 
¿El futuro será en blanco y negro? 
¿El tiempo en noche y día laboral 
sin ambigüedades? 
¿No habrá un maricón en alguna esquina 
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo? 
¿Van a dejarnos bordar de pájaros 
las banderas de la patria libre? 
El fusil se lo dejo a usted 
Que tiene la sangre fría 
Y no es miedo 
El miedo se me fue pasando 
De atajar cuchillos 
En los sótanos sexuales donde anduve 
Y no se sienta agredido 
Si le hablo de estas cosas 
Y le miro el bulto 
No soy hipócrita 
¿Acaso las tetas de una mujer 
no lo hacen bajar la vista? 
¿No cree usted 
que solos en la sierra 
algo se nos iba a ocurrir? 
Aunque después me odie 
Por corromper su moral revolucionaria 
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida? 
Y no hablo de meterlo y sacarlo 
Y sacarlo y meterlo solamente 
Hablo de ternura compañero 
Usted no sabe 
Cómo cuesta encontrar el amor 
En estas condiciones 
Usted no sabe 
Qué es cargar con esta lepra 
La gente guarda las distancias 
La gente comprende y dice: 
Es marica pero escribe bien 
Es marica pero es buen amigo 
Súper-buena-onda 
Yo no soy buena onda 
Yo acepto al mundo 
Sin pedirle esa buena onda 
Pero igual se ríen 
Tengo cicatrices de risas en la espalda 
Usted cree que pienso con el poto 
Y que al primer parrillazo de la CNI 
Lo iba a soltar todo 
No sabe que la hombría 
Nunca la aprendí en los cuarteles 
Mi hombría me la enseñó la noche 
Detrás de un poste 
Esa hombría de la que usted se jacta 
Se la metieron en el regimiento 
Un milico asesino 
De esos que aún están en el poder 
Mi hombría no la recibí del partido 
Porque me rechazaron con risitas 
Muchas veces 
Mi hombría la aprendí participando 
En la dura de esos años 
Y se rieron de mi voz amariconada 
Gritando: Y va a caer, y va a caer 
Y aunque usted grita como hombre 
No ha conseguido que se vaya 
Mi hombría fue la mordaza 
No fue ir al estadio 
Y agarrarme a combos por el Colo Colo 
El fútbol es otra homosexualidad tapada 
Como el box, la política y el vino 
Mi hombría fue morderme las burlas 
Comer rabia para no matar a todo el mundo 
Mi hombría es aceptarme diferente 
Ser cobarde es mucho más duro 
Yo no pongo la otra mejilla 
Pongo el culo compañero 
Y ésa es mi venganza 
Mi hombría espera paciente 
Que los machos se hagan viejos 
Porque a esta altura del partido 
La izquierda tranza su culo lacio 
En el parlamento 
Mi hombría fue difícil 
Por eso a este tren no me subo 
Sin saber dónde va 
Yo no voy a cambiar por el marxismo 
Que me rechazó tantas veces 
No necesito cambiar 
Soy más subversivo que usted 
No voy a cambiar solamente 
Porque los pobres y los ricos 
A otro perro con ese hueso 
Tampoco porque el capitalismo es injusto 
En Nueva York los maricas se besan en la calle 
Pero esa parte se la dejo a usted 
Que tanto le interesa 
Que la revolución no se pudra del todo 
A usted le doy este mensaje 
Y no es por mí 
Yo estoy viejo 
Y su utopía es para las generaciones futuras 
Hay tantos niños que van a nacer 
Con una alíta rota 
Y yo quiero que vuelen compañero 
Que su revolución 
Les dé un pedazo de cielo rojo 
Para que puedan volar. 

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BRISA / BRIGADA SALVADOR ALLENDE 
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