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Máximo Kinast Avilés

Ante el abismo la socialdemocracia da un gran paso al frente…

Escribe Luis Casado – 14/09/2011

 

Joseph Daul, jefe del Partido Popular Europeo (centro y derecha), -el grupo político más numeroso en el Parlamento europeo-, piensa que es el momento de “golpear fuerte” llamando a los diferentes países de la Unión a aumentar la edad de la jubilación y las horas de trabajo semanal. Varios de los 17 jefes de Estado que pertenecen al PPE estarían de acuerdo. Según Joseph Daul, -un amigo de Sarkozy y de Merkel-, si bien Europa ha hecho esfuerzos “los mercados siguen insatisfechos, dubitativos y particularmente volátiles, sensibles al menor rumor, incluso los más fantasiosos.” Se trata pues de tranquilizar a los inversionistas y a los especuladores, haciéndole pagar el precio a los trabajadores. Un astuto procedimiento para alcanzar un noble objetivo.

 

¿Quién pudiera oponerse a tales designios? Los socialistas y socialdemócratas les precedieron en el afán de satisfacer a la Banca, a los especuladores y a los rufianes financieros. El primer ministro griego (PS) Georgious Papandreu aceptó todas las condiciones impuestas por el FMI (dirigido entonces por otro PS) y la Unión Europea. Sus planes de austeridad solo han logrado hundir más y más a Grecia, que cada día que pasa se ve amenazada de expulsión de la zona euro.

 

Zapatero en España no sabe qué hacer para calmar la voracidad de “los mercados financieros”. Después de reducir las pensiones, aumentar el IVA, aumentar la edad de la jubilación, reducir las prestaciones sociales y una larga serie de medidas “impopulares”, he aquí que se apresta a imponer una reforma laboral que bendice la temporalidad y suspende por dos años el límite al encadenamiento de contratos temporales que el propio Gobierno instauró en 2006. Después de cuatro contratos, era obligatorio hacer fijo al trabajador. Ahora no habrá ningún límite. “Preferimos tener a un trabajador temporal antes que a un parado”, se justificó el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, cuando se aprobó el decreto que hoy se convalida.

 

¿Los sindicatos? CCOO y UGT parecen tener piernas de lana. Lejos de inspirarse de los Indignados, podrían lanzar otro movimiento: los Resignados.

 

Confrontado a la deuda pública que se disparó violentamente cuando hubo que salvar a los especuladores financieros, Zapatero intenta, tímidamente, crear un modesto impuesto que pagarían los millonarios. Se trata del mismo impuesto eliminado por el… gobierno socialista en el 2008. Pérez Rubalcaba, el candidato socialista a primer ministro, se tropieza en la alfombra cuando intenta justificar a posteriori ese regalo al riquerío: “Era un impuesto mal construido, que gravaba a las clases medias". Para luego agregar: “Rajoy (el candidato de la derecha) gobernó con ese impuesto ocho años y no le molestó nada, además le dio buenos dineritos". En claro, la derecha le cobraba impuestos a los ricos, los socialistas no.

 

En el actual proyecto de Zapatero, -la reactivación del impuesto sobre el patrimonio-, el monto exento de impuestos que era de 120 mil euros (unos 78 millones de pesos) será aumentado a un millón de euros. De este modo se exime de cualquier contribución al 90% de españoles que pagaban este impuesto hasta el 2008. Y es necesario precisar que para contribuir un poquillo a sacar España del negro agujero, tienes que disponer de un patrimonio superior a 650 millones de pesos, excluyendo tu vivienda principal.

 

El pobrerío no tiene esa suerte: la reducción de salarios en el sector público, la baja de las pensiones, la eliminación del bono al recién nacido, el aumento de las horas de trabajo, el aumento de la edad de jubilación, etc., se aplican sin límite de ingresos. Pobre eres, pobre te quedas.

 

Todo lo cual conduce a pensar que el líder de la derecha europea Joseph Daul se equivoca. No tiene para qué excitarse mucho: como en Chile, los socialistas y socialdemócratas europeos les están haciendo el trabajo sucio, “golpean fuerte”, y practican políticas de derecha a cambio de algunas prebendas menores.

 

La guinda en la torta: después de destruir las conquistas logradas al precio de décadas de luchas obreras, estos “progresistas” pierden las elecciones (después de haber perdido el norte) y le ceden el ejercicio del poder a los dueños del negocio.

 

Algunos de ellos se dan vuelta la chaqueta y llegan a pedir alguna consultoría privada, un carguito en un organismo internacional o una sinecura menor. Pero todo aquello es pecata minuta. Aumentas el IVA de uno o dos puntitos, y listo.

 

 

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