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Máximo Kinast Avilés

POLÍTICA Y TERRORISMO

Por Máximo Kinast

“Cuando los corderos pactan con el león, los corderos pierden”

José Martí (1853 - 1895 ) Libertador de Cuba

(Esta frase de Martí no tiene relación con los TLC por ser muy anterior a ellos)

POLÍTICA

Es la norma que establecemos para alcanzar fines u objetivos. Es así que hablamos de Políticas de Marketing o Políticas del Buen Gobierno o de Economía o de Salud, para referirnos a la normativa (escrita o tácita, pública o secreta) que creemos nos permitirá lograr lo que deseamos. La palabra viene del griego (polis = ciudad) y se refería al gobierno de las ciudades-estado de la antigua Grecia. Actualmente tiene en el subconsciente connotaciones casi obscenas, añadidas esforzadamente por los ‘políticos’ y sus partidos políticos.

Teóricamente un Partido Político es un conjunto de personas que creen que es mejor gobernar basados en unas normas en oposición a otras y que se organizan para alcanzar el poder a fin de aplicar sus recetas o políticas en beneficio de sus electores o de todos los miembros de un pueblo, estado o país.

Creo recordar que Eduardo Haro Tecglen, en su libro ‘Los Derechos Humanos, Una Frustración’ clasificaba las ideas políticas en un cuadrante cartesiano. No estoy seguro de si era así o no, pero el método me parece válido para este artículo.

En la práctica, el ejercicio y las ventajas del Poder corrompen a los gobernantes, sin necesidad de considerar el efecto previsto por Lawrence J. Peter[1] como corolario a su célebre principio, que garantiza que ‘dado el tiempo suficiente, estaremos gobernados pro incompetentes’, lo que la luz de la realidad actual parece confirmar en casi todo el mundo.

Esta corrupción se traduce en la transformación de los partidos políticos en maquinarias electorales destinadas a lograr el Poder a fin de utilizar los fondos públicos en beneficio del Partido y principalmente de sus líderes. En este sentido, todas las ‘recetas’ o políticas dejan de tener una connotación ideológica para mutarse por el pragmático fin de enriquecer a los ricos a costa de empobrecer a los pobres, quedándose los políticos con una mínima parte del botín o comisión por sus servicios.

De esta forma, la Política, de ciencia o arte del buen gobierno de la ‘polis’ ha pasado a ser la ciencia o arte de apoderarse ‘legalmente’ de los caudales públicos en beneficio de los más ricos con una parte para la casta gobernante.

Está quedando prácticamente vacío el cuadrante Democracia y Pacto, en beneficio del más sutil y más efectivo Democracia y Violencia, entendiendo por violencia todas las formas de violar la voluntad de los pueblos (incluyendo desde el marketing político a la invasión armada o la criminalización de los opositores) para apoderarse con el mayor aspecto de legalidad posible (aunque la legalidad no es un obstáculo) de los bienes y caudales públicos.

En esta finalidad de enriquecimiento no hay límites morales ni legales ni mucho menos religiosos que frenen los apetitos de las elites y de los políticos. Para comprender esta situación hay que hacer caso omiso de las declaraciones y de las palabras y atenerse sólo a los hechos. Y el hecho cierto es que hay una enorme y creciente concentración de la riqueza frente a una veloz agudización de la pobreza.

TERRORISMO

Defino el Terrorismo como ‘todo acto de agresión contra personas desarmadas y no beligerantes’. El Terrorismo, como su nombre lo indica es la opción de usar los temores, el miedo, como arma de guerra. El objetivo del Terrorismo es paralizar al adversario por el pánico. La sociedad civil, conformada por la mayoría de seres humanos, pacíficos y no beligerantes, no es, ni puede, ni debería ser considerada como adversario. Lamentablemente la cadena se rompe por el eslabón más débil y así, la sociedad civil es el principal objetivo de los terroristas.

Desde este punto de vista y aceptando esta definición, TERRORISTAS son todos los que utilizan o aplican el Terrorismo para lograr sus fines.

Por consiguiente, TERRORISTA es todo grupo o persona, que con armas o sin ellas, con independencia de su tamaño, de sus finalidades y de sus declaraciones, cometa actos de agresión contra seres humanos desarmados y no beligerantes, con la finalidad de provocar el terror para lograr sus fines.

Ya se trate de una banda, de un Ejército o de un Gobierno o de una persona, si atenta contra seres humanos desarmados y no beligerantes con el ánimo de crear el terror, está cometiendo un acto de Terrorismo. No son relevantes las explicaciones previas ni las justificaciones posteriores. Ya pueden hablar de ‘secuestro político’, de ‘daños colaterales por causa de un bombardeo inteligente’, de ‘juicio popular’ o de ‘ejecución extrajudicial’. Pueden llamar a la tortura ‘apremios legítimos’ o simplemente ‘excesos involuntarios’. Todo eso es palabrería hueca. Una formas de ocultar hechos que son diáfanos.

Son formas de terrorismo la desaparición forzada de personas, el secuestro, la tortura, el asesinato y el genocidio, la profanación de tumbas, la desaparición de personas vivas o muertas, la criminalización de opositores inocentes, la deshumanización de los adversarios (como hicieron los nazis con los judíos o el llamarlos ‘gusanos’ u otros epítetos deshumanizantes) y otras formas que puedan surgir orientadas a imponer una voluntad por medio del terrorf, con absoluta independencia de quien los cometa

Incluso es terrorista una sola persona que crea una falsa alarma pública a través de una llamada anónima advirtiendo de cualquier barbaridad inexistente (excepto en su imaginación), como podría ser un aviso de antrax en los estanques de agua potable de una ciudad o la existencia de una bomba inexistente. No es terrorista la persona que teniendo conocimiento de un hecho de esta naturaleza hace la denuncia correspondiente. La finalidad en ambos casos es diferente. En el primero es sembrar el pánico, en el segundo es evitar un posible desastre.

Quienes cometen actos terroristas son Terroristas. No es excusa ni atenuante las ideas que digan defender, ni los objetivos superiores que esperan alcanzar. Los actos terroristas siempre son repudiables. Ya sea la Santa Iglesia Católica, a través de la muy Santa Inquisición quemando herejes para salvar sus almas, o las Fuerzas Armadas de Chile, ‘extirpando la lacra marxista’, o la coalición de Bush, Aznar y Blair, para salvar la democracia en Irak y librar al pueblo de la tiranía de Hussein, son todos actos terroristas. No valen las razones con las que pretenden avalarlos. No sólo porque esas razones suelen ser mentiras que ocultan el simple afán de robo, pillaje y lucro, sino porque los hechos son agresiones a personas desarmadas y no beligerantes.

Si queremos ser serios y honestos hemos de condenar el Terrorismo venga de donde venga. No es ético aceptar como bueno un Terrorismo de Estado, porque se dice en defensa de la democracia o de Mongo Aurelio. El bombardeo de población civil, desde Guernica, pasando por Lidice, May Lay y docenas de ciudades más es puro y simple Terrorismo.

Es Terrorismo detener, apresar, secuestrar, torturar, asesinar o desaparecer a personas por imputaciones arbitrarias sobre sus intenciones, por sus ideas, por el color de su piel, por su religión o su ateismo, por sus preferencias sexuales, por su filiación política, por su situación económica, por su idioma, por su nacionalidad, por los delitos de sus parientes o de sus amigos, o por cualesquiera otra sinrazón análoga, como inventar cargos arbitrarios en su contra.

En este sentido y basándome en esta definición amplia, mientras las FARC o cualquier otro grupo (como ETA, Sendero Luminoso, MRTA o las Fuerzas Armadas de USA o de Chile) secuestren personas, las torturen o sólo las retengan contra su voluntad, han de ser consideradas organizaciones terroristas y merecen el repudio de la Humanidad.

Los que hayan cometido actos de Terrorismo serán Terroristas toda su vida. Ya sean grupos o personas, activos o inactivos. Pueden ser Terroristas Arrepentidos, Terroristas que han cumplido sentencia y se reinsertan en la vida civil, o Terroristas ue han escapado con subterfugios legales o por lagunas de la ley, pero el estigma de Terrorista le acompañará toda su vida. La gente, el pueblo no quiere olvido ni perdón, y aunque la memoria colectiva es frágil, hay hechos que impactan las conciencias y perduran a través del tiempo.


[1] "El Principio de Peter" de Laurence J. Peter. Publicado en 1998 por Plaza & Janés Editores, ISBN:8401451248

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