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Máximo Kinast Avilés

LA PEOR MASACRE


Por Felipe Portales

La matanza de Santa María de Iquique –cuyo centenario se conmemora el próximo sábado 21- constituye muy probablemente la peor masacre de la historia de la humanidad en tiempo de paz. Esto, por el número de víctimas fatales (que las estimaciones más confiables sitúan en cerca de 2.000); por la brevedad del tiempo en que se efectuó (alrededor de tres minutos); y por la extrema barbarie y cobardía en ametrallar hombres, mujeres y niños pacíficos e inermes.

De este modo, el democrático Malaquías Concha –quien estuvo en Iquique muy poco después de la masacre- denunció en la Cámara de Diputados que "sobre diez mil obreros inermes se disparó con ametralladoras, no por el espacio de treinta segundos, como dice el parte (del general Roberto Silva Renard), sino que esta espantosa carnicería ¡duró por lo menos tres minutos! ¡Se formaron montañas de cadáveres que llegaban hasta el techo de la Escuela Santa María! ¡Horrorícese la Cámara!"; y señaló que los sucesos de Iquique "son un estigma de vergüenza y oprobio para nuestra patria; acontecimientos que pasarán a la historia, señor vice-presidente, en condiciones más ominosas que las legendarias matanzas que nos refiere la historia de los primeros cristianos, que el legendario incendio de Roma atribuido a Nerón, que la matanza de San Bartolomé atribuida a los católicos contra los protestantes…que las matanzas que hoy mismo se llevan a cabo, en Turquía, contra los cristianos, en Rusia, contra los judíos" (Boletín de Sesiones de la Cámara; 30-12-1907).

Sin embargo, lejos de horrorizarse, la Cámara aprobó la barbarie, con sólo cuatro excepciones (además de Concha, el democrático Bonifacio Veas, el radical Daniel Espejo y el liberal Arturo Alessandri Palma). El liberal Luis Izquierdo llegó al extremo de admirar la frialdad y premeditación con que se efectuó; al decir que los oficiales que la habían ordenado "han cumplido su deber, el más amargo, el más cruel de los deberes que pueden corresponder a hombres de corazón y de honor. Y mientras no se nos pruebe –lo que no se nos probará- que ha habido de su parte imprudencia, impremeditación, arranques de cólera, algo que revele el abandono de la calma y de la serenidad, propias de la hora, debemos inclinarnos con respeto delante de ellos" (Boletín de la Cámara; 4-1-1908).

Más tarde, frente a las insistentes solicitudes de interpelación al ministro del Interior por parte de Alessandri, Concha y Veas; Izquierdo añadió la obscenidad, al plantear que "concluyamos una vez, con este asunto (de Iquique) que está demasiado fiambre" (Boletín; 6-2-1908).

A su vez, el ministro del Interior, el nacional Rafael Sotomayor, no solo justificó la matanza como "inevitable para cumplir el deber de mantener el orden y de dar garantías a las vidas y a las personas", sino que además hizo un encendido elogio de sus autores: "¿A qué conducen, pues, las expresiones ofensivas contra las autoridades que libertaron al pueblo de Iquique de los desmanes de turbas inconscientes contra la propiedad y la vida de los ciudadanos?...Ellos, impidiendo ese movimiento subversivo, han salvadp al país de una vergüenza y de futuras complicaciones internacionales…el instinto de conservación social (de los diputados críticos) debería inducirlos a elogiar y aplaudir su conducta, como un estímulo y un ejemplo digno de imitarse por parte de aquellos a quienes la sociedad ha confiado la defensa de su vida e intereses" (Boletín; 2-1-1908).

Por su parte, "El Mercurio" señaló que "es muy sensible que haya sido preciso recurrir a la fuerza para evitar la perturbación del orden público y restablecer la normalidad, y mucho más todavía que el empleo de esa fuerza haya costado la vida a numerosos individuos…el Ejecutivo no ha podido hacer otra cosa, dentro de sus obligaciones más elementales, que dar instrucciones para que el orden público fuera mantenido a cualquiera costa, a fin de que las vidas y propiedades de los habitantes de Iquique, nacionales y extranjeros, estuvieran perfectamente garantidas. Esto es tan elemental que apenas se comprende que haya gentes que discutan el punto" ("El Mercurio"; 28-12-1907).

Poco después, el mismo diario, frente a una amenaza de huelga general destinada –entre otras cosas- a "obtener del poder público la separación y castigo del general Silva Renard y del Intendente de Tarapacá (Carlos Eastman)" se preguntaba: "¿Cómo podría el Gobierno acceder a un castigo de funcionarios que han cumplido su deber?" ("El Mercurio"; 4-1-1908).

Al constatar esta mentalidad se hace plenamente comprensible la promoción y el apoyo de la derecha chilena a una dictadura que –en aras de la conservación de sus privilegios sociales- desarrolló una política sistemática de terrorismo de Estado que se tradujo en decenas de miles de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y torturas.



*Felipe Portales, sociólogo

 

2 comentarios

David Maturana Céspedes -

MATANZA DE LA ESCUELA SANTA MARÍA.
A fines del año 2007 se conmemoró los 100 años de la matanza obrera de la escuela Santa María de Iquique, de repente por primera vez en el siglo suscito el interés por traer a la memoria colectiva un hecho terrible, no se trata da la matanza de gatos, ni de perros, ni otro animal, sino de personas, tanto hombres, mujeres y niños, que en total suman más de 1500 personas que fueron mutilados por solicitar mejores condiciones laborales en las salitreras.
La matanza de Iquique no constituye un hecho aislado del pasado, en la actualidad existe la desigualdad social, económica, política y cultural, la que ha sido fuente y origen de múltiples conflictos sociales y políticos que se han traducido en motines, protestas, subversiones, huelgas, represiones y muertes, claro está que este acontecimiento debe ser único por la magnitud de la tragedia.
La matanza obrera de la Escuela Santa María de Iquique ocurrida en 1907 constituye uno de esos episodios violentos, frente a la desidia y postergación por parte de los empresarios salitreros, de las autoridades políticas locales y nacionales, sordas a las demandas de los trabajadores.
La huelga de los pampinos fue conocida como 'de los 18 peniques', porque el punto principal de sus demandas era el cambio a ese valor. El movimiento reivindicativo era fomentado por los trabajadores que tenían una lista de peticiones a sus derechos laborales y la clase política prefirió demostrar el poder aniquilando a los trabajadores, niños y mujeres, de esta manera se respalda las ambiciones monopólicas del magnate inglés J. T. North.
En varios artículos me he referido a la concentración de la riqueza en una pequeña elite, esta incrementa la polarización de la pobreza y la marginalidad social, que en aquellos tiempos afectada al 70% de la población, ese hecho provoca altos niveles de violencia social y el Estado reaccionó violentamente a la manifestación de la protesta de los trabajadores (as) y generó la matanza. ( Saludo a la familia del trabajador forestal muerto, saludo al conflicto mapuche, a los trabajadores contratistas de la minería y a los trabajadores(as) temporeros.)
El conflicto social como vemos es del pasado y es actual, en ambos casos los trabajadores van movilizándose por alcanzar los beneficios que corresponden y por ello deben enfrentar , no solo al poder del capital, sino que también al poder del Estado.
Necesitamos avanzar en el posicionamiento político a fin de conseguir un Estado que entregue mayores protecciones sociales y avanzar a lo menos en un modelo de económica social de mercado, condición que es lenta, quizás por eso la región tiene gobiernos de izquierda centro, ya que la derecha política no entrega un proyecto social que se haga cargo de dicha problemática y para ser sincero la concertación no ha tenido los éxitos esperados, en un momento de altos ingresos para el país.
El descontento, la desesperanza como el hastío de una vida miserable se fue apoderando de los trabajadores que vieron que sus esfuerzos asociativos en organizaciones sociales y el enfrentamiento directo con el “capital” a través de la acción directa expresada en la huelga, en la movilización callejera, dicha estrategia social y política impulsada y mantenida por el movimiento social obrero, concluye en la matanza de la escuela de Santa María de Iquique el 21 de diciembre .
En efecto, la masacre obrera de Santa María de Iquique, en la celebración de los 100 años (2007) de esta vergüenza mundial, constituye un punto de inflexión y de ruptura en la historia política de las luchas sociales, económicas y políticas del país, así una vez más el poder de unos pocos, se hizo sentir matando a la población que estaba en dicho colegio.
El año pasado intentaron desenterrar e identificar esos cuerpos rotos, destrozados cuya ayuda llegó tarde, más bien nunca llego, a pesar que se haga un memorial para recordarles, ojalá cada uno de nosotros tengamos este memorial en el alma para no volver a matar.

viviana -

Tuve el honor de leer el libro Santa Maria de las Flores Negras, del escritor Hernán Rivera Letelier, antes de leer este libro lo unico que sabía acerca de la matanza ocurrida fue por Quilapayun en la "Cantata de Santa María", y el dolor que me invadio fue horrible, tenia un nudo en la garganta que me hizo llorar. No entiendo que es lo que invade a un ser humano a actuar con tanta crueldad y frialdad ante honestas personas que solo reclamaban pacificamente por lo justo. La injusticia fue enorme, el poder enceguece al hombre y los valores morales se trastocan. Aun no me explico tanta barbarie.