¿HASTA CUANDO?
¿Cuándo habrá Justicia en Argentina? ¿Hasta cuándo seguirán las provincias en poder de familias de corruptos? Este valiente articulo de Raul Dargoltz ha de ser difundido en todo el mundo.
Máximo Kinast
PATRICIA Y LEYLA Y NUESTRA CANTATA DE IQUIQUE EN SANTIAGO DEL ESTERO
Por Raúl Dargoltz, master en Estudios Sociales para América Latina, investigador del Conicet, director, dramaturgo.
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Me levanté este pasado lunes muy poco inspirado. Era tan importante lo que deseaba escribir que tenía temor en arrancar. Me resultaba muy difícil encontrar, como siempre lo hago, un hilo conductor, un poema, una frase, un párrafo, un recuerdo, una canción que me gustara como la más adecuada.
Fui sin pensarlo a visitar a Gladys, una querida amiga filósofa que acababa de regresar de sus vacaciones del Uruguay del Frente Amplio. Y ella sin parar de hablar y muy entusiasmada me lo suministró sin saberlo al prestarme algunos CD de música y poemas de los años 70. Entre ellos la Cantata Popular de Santa Maria Iquique escrita por Luis Advis, en Chile y que conoció innumerables ediciones en diferentes países de Europa y América. El master original de la obra fue destruido por Pinochet y posteriormente los Quilapayún realizaron una edición digital a partir de las copias que rescataron.
La historia que se cuenta ocurrió en el norte de Chile durante el año 1907. Los obreros de los salares de San Lorenzo ante la explotación inhumana , los pagos en vales, las chozas mortecinas dónde vivían, el envío al cepo por protestar, etc, que nos recuerdan a nuestros obrajes forestales, decidieron parar las producción y bajar por miles, con sus familias, a la ciudad de Iquique: "...Del quince al veintiuno/ mes de diciembre /se hizo el largo viaje/ por las pendientes. Veintiséis mil bajaron/ o tal vez más/ con silencios gastados/ en el Salar. Iban bajando ansiosos, iban llegando/ los miles de la pampa, los postergados. No mendigaban nada, solo querían/ respuesta a lo pedido/ respuesta limpia....."Los Señores de Iquique/ tenían miedo; era mucho pedir/ ver tanto obrero. El pampino no era/ hombre cabal/ podía ser hombre ladrón/ o asesinar. Mientras tanto las casas /eran cerradas / miraban solamente/ tras las ventanas/. El comercio cerró también sus puertas/ había que cuidarse/ de tanta bestia. Mejor que se juntaran/ en algún sitio. Si andaban por las calles/ era un peligro.
El pueblo de Iquique se unió a la protesta de los denominados "pampinos". Eran compañeros de la esperanza. Y a todos, como en un rebaño, los llevaron a la escuela llamaba Santa Maria(años después Pinochet llevaría al pueblo chileno al Estadio Monumental) prometiéndoles solución en un par de días. Pero el gobierno chileno declaró el Estado de Sitio y envió el ejército represor con sus oficiales y ametralladoras dispuestas que dispararon contra la multitud. Murieron Tres mil seiscientos. Mujeres, niños, obreros, cayeron aquel 21 de diciembre de 1907. Uno tras otro. "..La Escuela Santa María/ vio sangre obrera. La sangre que conocía sólo miseria...A los hombres de la pampa/ que quisieron protestar/ los mataron como a perros/ porque había que matar. Las mujeres de la pampa/ se pusieron a llorar/ y también las matarían/ porque había que matar. Y a los niños de la pampa/ que miraban, nada más/ también a ellos mataron/ porque había que matar."
El 25/2/ 2003 ocurrió el hecho que dispararía las movilizaciones populares más importantes que se recuerden en Santiago del Estero. En La Dársena, departamento Banda, a unos 50 kilómetros de la capital santiagueña, aparecieron los cuerpos de dos jovencitas, Patricia y Leyla, cuyos asesinatos conmocionarían de tal forma al país entero que de repente los ojos de todos los argentinos se posaron en la provincia. (Dargoltz R, Gerez O, Cao H 2.004)
Olga de Villalba, la madre de Patricia, en su silla de ruedas y con su tremendo dolor convertido en energía es quien impulsa con más fuerza estas marchas que van a exigirle al poder político el esclarecimiento de un crimen que involucraba al narcotráfico y a las cúpulas del poder provincial. La familia Villalba organizó con ayuda y participación de la Iglesia, del Foro de Entidades Intermedias y de las distintas Asociaciones de Derechos Humanos (sobretodo la Asamblea Permanente y la Asociación de Familiares por la Memoria y Justicia) marchas de silencio que lograron congregar 20.000 personas que ya sin miedo a nada, marchaban cada viernes por las calles de la ciudad exigiendo justicia y dejando al descubierto que también el pueblo había comenzado a advertir que el poder de los Juárez había menguado. Los viejos y solitarios luchadores en contra del régimen se sumaron al reclamo, y pronto hubo un sentimiento generalizado en contra del caudillo que mantenía sometida a la provincia.
La valentía y coraje de Olga Villalba y su familia y de todas las personas que marchaban solidariamente unidas, terminan generando la Intervención Federal y abriendo una posibilidad de cambio. Antes la Gobernadora Ilustrísima prefirió en un principio no reconocer el problema que le empezó a quemar las manos, luego intentó tapar todo denostando a las víctimas; enseguida quiso arreglar su falta de reacción anunciando una recompensa para el que aportara datos sobre los asesinos. Se tejieron media docena de hipótesis sobre la muerte de las chicas, pero pronto los cañones apuntaron a la figura de Musa Azar porque la joven Villalba tenía huellas de haber sido torturada. Azar gozaba del aprecio y de la extrema confianza de los Juárez. La gobernadora no supo qué hacer. Terminó, tardíamente, desamparándolo y Musa fue preso. El gobierno de la mujer de Juárez hacía agua por todos lados, las marchas eran cada vez más numerosas y señalaban ya no sólo a Musa sino también a diputados, funcionarios gubernamentales y a los empresarios amigos del poder político. (Dargoltz, Gerez y Cao, 2.004)
La opinión pública nacional miraba a los Juárez como los malos del norte del país y asociaban la muerte de Leyla y Patricia con la de María Soledad Morales en Catamarca, donde ese hecho - Intervención Federal mediante - cortó con la hegemonía de los Saadi, otra familia de caudillos que había reinado por décadas. Las marchas, como elemento de presión, llegaron a su máxima fuerza porque la indignación de la población ya no reparaba en temores y a viva voz comenzó a pedir -a exigir- la intervención de los tres poderes en la provincia y que los Juárez fueran presos por tanta violación a los derechos de los ciudadanos.
Hoy a tres años del descubrimiento de Patricia y Leyla hay "un silencio que grita", como dice Griselda Gambaro en la obra de teatro "La Malasangre". Seis jueces han pasado por la causa. Tres testigos claves(Pese al pedido de custodia del CELS, que monitorea el caso desde la Intervención Federal) perdieron sospechosamente la vida y otro de ellos tuvo un accidente automovilístico gravísimo.
Considero que los santiagueños también tenemos nuestra propia y no escrita Cantata "Santa Maria de Iquique". Allí en el norte Chileno fueron tres mil seiscientas personas. Aquí fueron sólo dos cuerpos visibles, los de Patricia y Leila, pero atrás de ellas están todos los hacheros explotados y mutilados en los obrajes, los desaparecidos y torturados de Musa, del juarismo y de la dictadura sangrienta militar, los muertos por los casos de gatillo fácil, los hijos de las Madres del Dolor con sus pecheras amarillas, los campesinos desalojados de sus posesiones inmemoriales, los miles de niños muertos antes de cumplir un año de vida y los desnutridos que nunca podrán ser adultos.
CANCIÓN FINAL:
"Ustedes que ya escucharon/ la historia que se contó/ no sigan allí sentados/ pensando que ya pasó. No basta sólo el recuerdo/ el canto no bastará. No basta sólo el lamento, miremos la realidad. Quizás mañana o pasado/ tal vez en un tiempo más, la historia que han escuchado/ de nuevo sucederá...."
Y no se equivocaron en Chile. La historia de nuevo sucedió con la matanza sangrienta de Pinochet y el derrocamiento del gobierno democrático de Salvador Allende.
Hoy lamentablemente, y lo digo con gran dolor, muy pocos recuerdan el verdadero significado de la lucha de Olga Villalba y su familia "...Los santiagueños no podemos olvidar a Patricia porque si la olvidan la terminamos de matar..." "...Peleo con la dignidad que ella me ha conocido. Mi hija no tiene precio y quiero llegar de esa forma a la par de ella..." me dijo muy angustiada Olga de Villalba, injustamente denostada para evitar que la lucha continúe.
Hoy la impunidad de los asesinos de Leyla y Patricia son nuestra vergüenza y dolor.
"Donde están los asesinos/ que mataron por matar?
Lo juramos por la tierra, los tendremos que encontrar. Lo juramos por la vida/
Los tendremos que encontrar. Lo juramos por la muerte, los tendremos que encontrar.
Lo Juramos, compañeros/ Ese día llegará".
Nota: "Dargoltz, R. Gerez O, Cao, H. "Santiago del Estero. Del Oprobio a la Esperanza", inédito, Santiago del Estero, 2.004 probio
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